viernes, 29 de noviembre de 2013

36 AÑOS DE JULIO. MEMORIAL DE JULIO MARISCAL






36 años de Julio

















   Hoy, 29 de noviembre de 2013, hace 36 años que en un día lluvioso era enterrado en Arcos, su poeta más fino, JULIO MARISCAL.

En su libro “10 de Julio”  el poeta arcense Pedro Sevilla rememora aquel día de la siguiente forma:


“.... Tenía la terquedad y la displicencia de los muertos, a los que virtualmente pertenecía. Encorvado, aterido, sediento de café, le
vimos por las tardes de aquel 1977 agitado, Pepa Caro y yo,
mientras el pueblo de Arcos, el andaluz, traducía por justicia la
proclama autonómica de los del Norte.

 Julio ya estaba muerto: lo que ocurrió en Jerez aquel día de noviembre fue un trámite preciso, burocrático, para rellenar unos impresos médicos una página del Registro Civil, sección de fallecimientos.

Al día siguiente, bajo una lluvia sublime copiada de los ojos de
sus amigos, Julio Mariscal Montes fue enterrado (él lo había
hecho antes, ya era tierra mortal y enamorada) en el
Cementerio de San Miguel, de Arcos de la Frontera.”


Sirvan estos poemas como recordatorio y como homenaje a quien del amor y del sufrimiento hizo materia poética  en el silencio de la luz y de la cal de un pueblo blanco de esta Andalucía.   :









 




CIPRÉS

A Felipe Sordo Lamadrid


Aquí, donde los hombres se han tendido
para olvidarse dentro de su muerte,
tú sigues vertical, sin ofrecerte,
limpio y sonoro al último latido.
¿Qué manos que ya fueron se han unido
en tierra cruda para sostenerte?
¿Qué talle de otro abril vino a traerte
ejemplo en las cenizas de su olvido?
Bocas sin risa, senos, cabelleras,
se mezclan en tu sangre, envenenada
por el terrible empeño de la altura.
¡,Qué loco derrochar de primaveras
en el tapete verde de la nada
para que se cumpliera tu hermosura!.

(De “Corral de muertos”







V

Amor mío, amor mío", ¿'Cómo
se hará flor esta frase entre mis labios?
¿'Qué alameda de niños con cometas
tirándole chinitas a mi sangre,
para que pienses "noche" y digas "rosa",
"estío" y se te vuelva otoño, "esquina"
y se abra como traca de rubores,
como arcángeles finos
atizando el rescoldo de lo blanco?,
¿,Y cómo he de decirlo yo, amor mío?
¿'Cómo para que no te suene a calderilla,
a mordisco con sombras, a locura, a beso
emparedado entre sigilos?,

(De "Tierra”).






EL AVARO

¡,No! ¡,No! ¡,La carne no! ¡,Por Dios, la carne
dejadla, árbol
o
fuente, ahí en la tierra!
Ni los huesos tampoco. Estoy seguro,
blanqueados de sol, desvencijados,
que están, paisaje
o
rodrigón, sobre el olvido
más alto que en mi frente
o
en mi boca.
Pero la mano sí. La mano. Toda
la mano con su vello y su osamenta,
con su maraña azul de antiguas venas,
con sus uñas curvadas, cultivadas
para alzar el negocio y la mentira.
Y con toda su fuerza
con su cabal potencia -hiel, granito-
para apretar y más, más todavía
esta última moneda, esta redonda
lepra de sol que aún llevo entre los dedos.

(De "Ultimo día”)











FINAL


Porque sé que estoy solo,
que tú y aquel y el otro no vais conmigo,
ni estáis en mi siquiera. En la inmensa
noche del mundo Dios marcó unos surcos,
repartió unas parcelas de destino
y a mi me tocó ésta
de mirar hacia atrás y no ver nada,
de enderezar los ojos al camino
y no encontrar más luz que piedra y piedra
y más piedra aún
donde no ajuste el pie y el cuerpo dance
en un triste milagro de equilibrio.
Y yo sé que estoy solo, y sin embargo,
creedme si queréis, no lo siento
porque es mejor estar con uno mismo,
asido a sus pasiones, sus recuerdos,
su loco corazón acribillado
por la ausencia mortal de algún humano
que tender hacia otro cinco dedos,
carrusel de mentiras,
Los cinco dedos con que ahora escribo.


(De "Trébol de cuatro hojas”)



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