jueves, 18 de julio de 2013

ARTÍCULOS. Una poesía de la luz.




UNA POESIA DE LA LUZ…
























Se ha hablado en algunas ocasiones de una poesía de la luz, denominación que en la poesía contemporánea  tiene el más claro ejemplo en la poesía de Elytis. Su obra se ha definido como una poesía de la luz. Es un elemento fundamental en su lírica basada en  la raíz esencial del arte griego: “los europeos y los occidentales,  hallan siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras que los griegos lo hallamos en la luz, que es para nosotros algo absoluto…”, dice el poeta.    En nuestra poesía están y estarán siempre presentes  los versos de Juan Ramón: “Y en esa luz está tú;/pero no sé dónde estás /no sé dónde está la luz.” o “ Luz vertical,/ luz tú/ alta luz tú,/ luz oro;/ luz vibrante, luz tú./ Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal”, recogido en La estación total con Las canciones de la nueva luz, un libro fundamental en la trayectoria poética de Juan Ramón Jiménez  en su  " anhelo creciente de totalidad".


Este  poema :“ Luz vertical,/ luz tú/ alta luz tú,/ luz oro;/ luz vibrante, luz tú./ Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal” nos conduce directamente al último libro de  Andrés Sánchez Robayna  ,   La sombra y la apariencia ,: sin luz no hay sombra; sin sombra, no hay luz humana: “Donde incluso la sombra/ tiene luz, / allí el verano/ se dice. // Donde la oscuridad/ te dice, / palabra, / aún dices luz”.  Un poeta de la esencialidad que en la luz  realiza su visión poética, en un cierto parecido juanramoniano  en el camino de la totalidad. De este libro dice el crítico Juan Antonio Masoliver: “Poesía que rechaza toda decoración y que sin embargo encuentra la intensidad de su esencia en el adjetivo: luz negra, luz caliza, luz de mica, sol lento, sol blanco, ruido blanco, ápice blanco.”. Un poemario  en el que la búsqueda  se afirma:“Tu que has amado el sol/ y el centro, y que deseas/adentrarte en la luz,…” y  se adentra en los espacios trascendentales de la mayor pureza, la nada: “…No es nada. El sol dibuja, sin violencia,/ máculas en el paño vertical,/ figuras ya desnudas, se diría,/ de si mismas,…/…”

 

También Eloy Sánchez Rosillo se incluye  en este apartado estético, casi metapoético de poeta de la luz.  En su libro La certeza, publicado en 2005, después del silencio de una década , abre su poesía elegíaca a la plenitud del día y al reluciente sol del verano, al goce de la luz:  “!...Miro este día,/ su luz hermosa y tan interminable,/ el cielo que entrecruzan los vencejos/ con frenesí dichoso, las muchachas/que llevan en sus ojos la certeza/ de ser dueñas del mundo./…”, el descubrimiento de la primavera: “…Abrí el balcón y vi la maravilla: estaba ahí la primavera./…”, para afirmar:  “…Tras su apariencia efímera,/ el relámpago sigue viviendo en quien lo vio,/…/ No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya./…”  y extasiado en la certeza de tanto esplendor llegar a decir:  “… Mi patrimonio fue la luz del mundo;/ toqué la realidad, también soñé,/ y tuve amor, tuve en el pecho el canto./…”. En los versos iniciales de su libro posterior, Oír la luz, expresa el poeta este:   “… deseo, esta necesidad/ de retornar mil veces a donde está la luz…”,  y este retorno es reencontrarse con la luz primera: “He vuelto a este lugar del corazón, y hay/ una luz semejante a la que había aquí /en mis años primeros…”, hasta tal punto que “Siempre es nueva la dicha de los ojos/ cuando vuelve la aurora...”. La dicha, que a veces es en su elementalidad tan grande que hace decir al poeta: “Ojalá que esta tarde, tan amarilla y dulce/ como un topacio que se va apagando/ no se pierda del todo cuando acabe”


En su última obra,  Los archivos griegos, Blanca Andreu, retoma la poética de Elytis, cuyo versículo   “La Grecia que con firmeza pisa el mar”, encabeza  significativamente el libro. Y son el mar y la luz los protagonistas esenciales del mismo : “…y era el mar griego un gran libro de plata escrito en húmedos hexámetros/…/ Era el mar como otro libro/ de mi memoria…”,   y el paisaje donde la verticalidad del ciprés  le hace evocar una querida pérdida: “ …ciprés, hermano/ de los lirios/ me recuerdas a un hombre/ que amé y murió / y que era como tú alto y oscuro…”  y la luna de plenilunio le hace aproximarse al sintetismo del haiku : “ …en plena noche/ como un golpe de luna/ suena tu canto…”.


En Estudios de la luz, el poeta argentino  Pablo Anadón, representativo de una minoría de la actual poesía argentina que en palabras de José Luís García Martín: “no desdeña la métrica tradicional, ni siquiera el benemérito y para tantos caduco soneto. Participa también del realismo, pero de otra manera: no el realismo sucio, sino el intimista. “.Y en ese realismo íntimo estalla el gozo de la mañana en su luz: “La luz del sol, la luz del mediodía/ en el cielo celeste, casi blanco/ Cruzado por el grito de unos loros/ Y el planear en descenso / De una paloma sobre la palmera./…”

 


En Orillas del silencio,  el poeta gaditano Rafael Cantizano García   lleva la luz primera, el sentir en su pureza primordial los cuatro elementos como parámetros esenciales de una poesía luminosa, en algunos casos auténticamente juanramoniana: “ Arroyo, río, mar./ ¡El amor perdido!/ ¡Agua y sal/ Una retama seca/ La rosa marchita…/”  , “Florece la rosa/ robando frío/ al sol de enero/¡Agua y sal!/…./ Marcea la rosa/ en la verde hoja. Espinas rojas.¡Agua y sal!/…” Una poesía luminosa, sensual, plástica, y delicadamente sugerente, como si el libro fuese una creciente melodía que partiera de oscuros sones de viento hasta llegar a los sutiles acordes de la cuerda, el lirismo se expande como un cántico final a un mundo que “Deshaciéndose en rosa/ se acerca la nube al sol/ para no perderlo.”


Si la música es esencia misma de la poesía, no cabe duda que casi al par de ella es prioritaria la plástica presencia  de la  luz, su desvanecimiento en los cendales de la niebla., en la apertura gozosa del alba del mundo, la orgía floral de la primavera o la blancura de los inviernos, la amplia claridad sin sombras que en versos parece un perpetuo instante de creación.

©F.Basallote



Textos:

Juan Ramón Jiménez. La estación total con Las canciones de la nueva luz. Tusquets.1994
Andrés Sánchez Robayna.   La sombra y la apariencia. Tusquets.2010
Eloy Sánchez Rosillo  Oir la luz. Tusquets.2008
Eloy Sánchez Rosillo  La certeza. Tusquets.2005
Blanca Andreu. Los archivos griegos.  Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2010
Pablo Anadón. Estudios de la luz .Pre-Textos. Valencia, 2010.
Rafael Cantizano. Orillas del silencio. Almuzara. 2009


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