jueves, 18 de julio de 2013

ARTÍCULOS. Una poesía de la luz.




UNA POESIA DE LA LUZ…
























Se ha hablado en algunas ocasiones de una poesía de la luz, denominación que en la poesía contemporánea  tiene el más claro ejemplo en la poesía de Elytis. Su obra se ha definido como una poesía de la luz. Es un elemento fundamental en su lírica basada en  la raíz esencial del arte griego: “los europeos y los occidentales,  hallan siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras que los griegos lo hallamos en la luz, que es para nosotros algo absoluto…”, dice el poeta.    En nuestra poesía están y estarán siempre presentes  los versos de Juan Ramón: “Y en esa luz está tú;/pero no sé dónde estás /no sé dónde está la luz.” o “ Luz vertical,/ luz tú/ alta luz tú,/ luz oro;/ luz vibrante, luz tú./ Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal”, recogido en La estación total con Las canciones de la nueva luz, un libro fundamental en la trayectoria poética de Juan Ramón Jiménez  en su  " anhelo creciente de totalidad".


Este  poema :“ Luz vertical,/ luz tú/ alta luz tú,/ luz oro;/ luz vibrante, luz tú./ Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal” nos conduce directamente al último libro de  Andrés Sánchez Robayna  ,   La sombra y la apariencia ,: sin luz no hay sombra; sin sombra, no hay luz humana: “Donde incluso la sombra/ tiene luz, / allí el verano/ se dice. // Donde la oscuridad/ te dice, / palabra, / aún dices luz”.  Un poeta de la esencialidad que en la luz  realiza su visión poética, en un cierto parecido juanramoniano  en el camino de la totalidad. De este libro dice el crítico Juan Antonio Masoliver: “Poesía que rechaza toda decoración y que sin embargo encuentra la intensidad de su esencia en el adjetivo: luz negra, luz caliza, luz de mica, sol lento, sol blanco, ruido blanco, ápice blanco.”. Un poemario  en el que la búsqueda  se afirma:“Tu que has amado el sol/ y el centro, y que deseas/adentrarte en la luz,…” y  se adentra en los espacios trascendentales de la mayor pureza, la nada: “…No es nada. El sol dibuja, sin violencia,/ máculas en el paño vertical,/ figuras ya desnudas, se diría,/ de si mismas,…/…”

 

También Eloy Sánchez Rosillo se incluye  en este apartado estético, casi metapoético de poeta de la luz.  En su libro La certeza, publicado en 2005, después del silencio de una década , abre su poesía elegíaca a la plenitud del día y al reluciente sol del verano, al goce de la luz:  “!...Miro este día,/ su luz hermosa y tan interminable,/ el cielo que entrecruzan los vencejos/ con frenesí dichoso, las muchachas/que llevan en sus ojos la certeza/ de ser dueñas del mundo./…”, el descubrimiento de la primavera: “…Abrí el balcón y vi la maravilla: estaba ahí la primavera./…”, para afirmar:  “…Tras su apariencia efímera,/ el relámpago sigue viviendo en quien lo vio,/…/ No, la luz no se acaba, si de verdad fue tuya./…”  y extasiado en la certeza de tanto esplendor llegar a decir:  “… Mi patrimonio fue la luz del mundo;/ toqué la realidad, también soñé,/ y tuve amor, tuve en el pecho el canto./…”. En los versos iniciales de su libro posterior, Oír la luz, expresa el poeta este:   “… deseo, esta necesidad/ de retornar mil veces a donde está la luz…”,  y este retorno es reencontrarse con la luz primera: “He vuelto a este lugar del corazón, y hay/ una luz semejante a la que había aquí /en mis años primeros…”, hasta tal punto que “Siempre es nueva la dicha de los ojos/ cuando vuelve la aurora...”. La dicha, que a veces es en su elementalidad tan grande que hace decir al poeta: “Ojalá que esta tarde, tan amarilla y dulce/ como un topacio que se va apagando/ no se pierda del todo cuando acabe”


En su última obra,  Los archivos griegos, Blanca Andreu, retoma la poética de Elytis, cuyo versículo   “La Grecia que con firmeza pisa el mar”, encabeza  significativamente el libro. Y son el mar y la luz los protagonistas esenciales del mismo : “…y era el mar griego un gran libro de plata escrito en húmedos hexámetros/…/ Era el mar como otro libro/ de mi memoria…”,   y el paisaje donde la verticalidad del ciprés  le hace evocar una querida pérdida: “ …ciprés, hermano/ de los lirios/ me recuerdas a un hombre/ que amé y murió / y que era como tú alto y oscuro…”  y la luna de plenilunio le hace aproximarse al sintetismo del haiku : “ …en plena noche/ como un golpe de luna/ suena tu canto…”.


En Estudios de la luz, el poeta argentino  Pablo Anadón, representativo de una minoría de la actual poesía argentina que en palabras de José Luís García Martín: “no desdeña la métrica tradicional, ni siquiera el benemérito y para tantos caduco soneto. Participa también del realismo, pero de otra manera: no el realismo sucio, sino el intimista. “.Y en ese realismo íntimo estalla el gozo de la mañana en su luz: “La luz del sol, la luz del mediodía/ en el cielo celeste, casi blanco/ Cruzado por el grito de unos loros/ Y el planear en descenso / De una paloma sobre la palmera./…”

 


En Orillas del silencio,  el poeta gaditano Rafael Cantizano García   lleva la luz primera, el sentir en su pureza primordial los cuatro elementos como parámetros esenciales de una poesía luminosa, en algunos casos auténticamente juanramoniana: “ Arroyo, río, mar./ ¡El amor perdido!/ ¡Agua y sal/ Una retama seca/ La rosa marchita…/”  , “Florece la rosa/ robando frío/ al sol de enero/¡Agua y sal!/…./ Marcea la rosa/ en la verde hoja. Espinas rojas.¡Agua y sal!/…” Una poesía luminosa, sensual, plástica, y delicadamente sugerente, como si el libro fuese una creciente melodía que partiera de oscuros sones de viento hasta llegar a los sutiles acordes de la cuerda, el lirismo se expande como un cántico final a un mundo que “Deshaciéndose en rosa/ se acerca la nube al sol/ para no perderlo.”


Si la música es esencia misma de la poesía, no cabe duda que casi al par de ella es prioritaria la plástica presencia  de la  luz, su desvanecimiento en los cendales de la niebla., en la apertura gozosa del alba del mundo, la orgía floral de la primavera o la blancura de los inviernos, la amplia claridad sin sombras que en versos parece un perpetuo instante de creación.

©F.Basallote



Textos:

Juan Ramón Jiménez. La estación total con Las canciones de la nueva luz. Tusquets.1994
Andrés Sánchez Robayna.   La sombra y la apariencia. Tusquets.2010
Eloy Sánchez Rosillo  Oir la luz. Tusquets.2008
Eloy Sánchez Rosillo  La certeza. Tusquets.2005
Blanca Andreu. Los archivos griegos.  Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2010
Pablo Anadón. Estudios de la luz .Pre-Textos. Valencia, 2010.
Rafael Cantizano. Orillas del silencio. Almuzara. 2009


martes, 16 de julio de 2013

RESEÑAS III. POETAS ESPAÑOLES. Lola Mascarell, "Mientras la luz"



Sobre “MIENTRAS LA LUZ”  de LOLA MASCARELL
XII Premio Internacional de Poesía Emilio Prados
Pre-Textos. Valencia, 2013











Lola Mascarell , (Valencia, 1979), profesora de Lengua y Literatura , dirige el Taller de Narrativa de la Universidad Politécnica de Valencia.  Ha colaborado con críticas, reseñas y textos periodísticos en  medios de comunicación. Ha publicado dos obras, la primera en 2010, “Mecánica del Prodigio”, (poemario),  en Pre-Textos, y la segunda   “Palabras en el yunque: memorias de un taller de escritura” (ensayo), publicada por la editorial Cocó, 2012. Con “Mientras la luz” ha obtenido el XII Premio Internacional de Poesía Emilio Prados, del Centro Cultural Generación del 27 .

De su obra ha dicho la autora: “Hay una idea vaga, tal vez, que gira en torno a ese instante en que todo está a punto de desvanecerse, de ser borrado, ese momento previo a la noche pero que todavía sigue siendo territorio de luz. Y de ahí surge la necesidad de cantar esa luz mientras la luz persiste, cantarla mientras se apaga para hacerla durar. El adverbio mientras me sugiere esa doble lectura, esa tonalidad agridulce, porque tiene algo que nos lleva a celebrar la duración de las cosas, pero a la vez contiene ya en sí mismo algo de despedida.”

En este poemario hay una constante celebración del instante, ese espacio breve e intenso entre la luz que aparece y su despedida, ese “mientras la luz” permanece en el fulgor de su exuberancia esplendorosa. En el primer poema del libro que se titula de igual forma, dice: “… Todo está en la ventana, soy el marco/ que reúne y contiene los compases/ de este instante inmortal, de este intervalo./…”. Y en esta celebración hay un cierto paralelismo al haiku, en cuanto la poeta se coloca fuera del suceso, como aquellos haijines recorre su camino y descubre el  espíritu del mundo: “ …Frente a mi, en el jardín, sobre la hierba,/ hay un pájaro muerto/ con las alas abiertas hacia el cielo.” ; “ Al fondo del jardín, donde la sombra,/  abriéndose a la luz que aún le alcanza,/ se entrega desprendida / la ofrenda del hibisco. Su flor de un solo día./…” , llegando a aproximarse tanto al haiku como en: “…El oro atenuado de la tarde/ dibuja en el vacío/ un camino de polvo y de nostalgia./…”. Poemas donde además se manifiesta una cierta influencia de Machado, esa percepción del tiempo y del espacio, como coordenadas inmutables del poeta…  También la memoria,  ¿qué poeta prescinde de ella?, de quien José Emilio Pacheco dijo que “toda la poesía es memoria” . Y esta poesía también lo es: “ …La niña que yo fui/ camina por la estancia, va uniendo las teselas con sus pasos, transforma aquel mosaico en una senda de cábalas y cálculos./…” , “…Recuerdas, y es muy nítido el recuerdo,/ las palabras leídas tantas veces,/…” . Sin embargo, hay otra presencia fundamental, la que aglutina la realidad del mundo poético, que es el yo, su presencia a veces gozante: “ Aquí donde la rosa, donde el tiempo no tiene/ espinas todavía,/ me he sentado a mirar cómo atardece./…”  ; “ …Todo es fijo y eterno en este instante, /todo es vuelta y principio:/ las olas, su temblor, la arena tibia, / el pálpito del agua,…/…”, sin faltar el amor, ese otro parámetro ineludible: “…¿Quién dijo que el feliz sólo se sabe / feliz cuando ha dejado ya de serlo?/ Yo sé que hace un momento/ ardió un eco de dicha en esta casa,/ que ardió entre las paredes y los muebles,/ que ardió, loco de amor, entre las sábanas./...” .

Un poemario dignamente premiado, en el que la poesía se convierte en cántico, en lúcida memoria de los gozos del mundo, un precioso homenaje a la vida en un lenguaje     realmente sencillo, certero y preciso que construye en sus versos unos instantes verdaderamente deliciosos y que sitúan a la autora en el ámbito de la poesía de la luz, muy valenciana, y al mismo tiempo en un camino   que roza los linderos de una poesía esencial, pura.


F.Basallote
Publicado en Papel-Literario, 16/07/2013


domingo, 14 de julio de 2013

ARTÍCULOS. "El amor y la poesía"



EL AMOR Y LA POESIA












Así tituló Vicente Aleixandre su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, concretamente: Vida de/poeta: El Amor y la Poesía, titulo que parcialmente  aprovechamos para encabezar este artículo, que desde luego no ha bebido en las sabias fuentes de aquel; pero que tiene por contenido un aspecto parcial    que glosaba  desde la metafísica poética el protagonismo del hombre en la poesía y la influencia del amor en ella.  Ya   que la poesía de Vicente Aleixandre está movida  por una infinita y estremecedora pasión amorosa, por temas eternos, elementales y profundamente humanos, así dijo que “La poesía empieza en el hombre y concluye en el hombre “. Y en el núcleo del hombre se reproduce esa fuerza, que si en el poeta de Sombra del Paraíso, adquiría aspectos telúricos, en la mayoría de los humanos , da sentido a sus vidas y a los poetas una de las constantes argumentales de su obra.  Por eso la poesía asume cuánto de sublime tiene el corazón del hombre, así como cuánta desolación le produce este profundo sentimiento que desde siempre ha movido al mundo.

Y dentro de los parámetros  en los que nos movemos en esta sección, es decir sin excesivo acartonamiento profesoral y ningunas rigideces eruditas, traemos una variada floresta de libros de poetas actuales,   en los que el amor luce como elemento destacado con esa fuerza que si no mueve al mundo si hace que los poetas escriban hermosos versos sobre los mármoles del altar de Eros.

 En su reciente  Antología “Baladas de la memoria”,  del poeta chileno Pedro Lastra, el amor, el tiempo del amor, ocupan  un lugar primordial  en sus versos; mas de una forma singular: dotando al poema de una honda perspectiva en la que espacios y tiempos se entrecruzan en una labor que huye del vacío. En solo dos versos, una definición: “Dolor de no ver juntos/ lo que ves en tus sueños.”  .La hermosa elaboración  de la ausencia: “…nunca eres más bella que cuando sé que eres/ la que no está conmigo…”,    “…cuando el viento derrama/ tu cabellera sobre mi memoria.”   y el encuentro, felizmente cantado: “… la rosa de tu cuerpo,/ tan viva,/ desplegada/ latiendo en cada uno de mis cinco sentidos.” y anclado en el deseo de su eternidad  en dos sencillos y hermosos versos: “ Quiero ser inmortal/ para seguir amándote.”. 

En su “opera prima”, Compañero enemigo, Juan Antonio Bermúdez, nos habla  cómo
“Una mujer y un hombre alumbran/ con la luz de sus ojos/ el agujero negro de los siglos.” en la confabulación del amor que “…en ese tacto, luego reiterado/ hasta la confusión de los dos cuerpos, reconocieron un idioma antiguo;/ tal vez, sólo tal vez, se comprendieron”; mas la vida es a veces cruel y exigente y como las ciudades los cuerpos y las almas están llenas de heridas: “Déjame que te abrace todavía/ sobre estas escaleras y estos puentes,/ sobre esta herida abierta…” para seguir viviendo “ cuando nuestra memoria quepa/ en una fotografía en blanco y negro..”

El poeta de Arcos,  Manuel Senra, en su reciente Antología Personal, en la que toca todos los registros temáticos de su obra poética   , siendo quizás el amor incardinado en una cierta  meditación existencial   característica elemental de su poesía.  En un soneto dirá del amor: “El amor es prisión, gloria y tormento,/ rosa callada o pajarillo herido…”, en otro hablará del triunfo del amor : “ En el hondón del alma tengo vida:/ besos de amor febril y mil canciones…” , mientras dirá en Mujer : “Abro de par en par los párpados y veo/ cómo tu luz me alumbra por entero. /Y tu presencia brilla en las paredes cuando/ la fuerza de tus manos enciende las estrellas.”,  para terminar el poema Cerrados con estos dos versos: “Se miran aún sin verse, se aprisionan,/ allí cerrados en un largo beso.”

En Ocho islas y un invierno,  de la  aragonesa  Marta Navarro, la intensa presencia del fuego del deseo  es patente desde los primeros poemas del libro: “He llegado al embarcadero de la noche,/ desnuda y con hambre de luz./ Ya nada podrá detenerme.”, dirá a modo de manifiesto y esa voluptuosidad se manifiesta “Bajo las dunas de tus ojos..” , “…Al anochecer,/ tus caderas señalan el camino/ de la pirámide roja…” cuando “ Atardece en la colina de tus labios”, y “ Un horizonte de nubes/ ilumina el camino hacia tus caderas/… /En las dunas de tu piel/ se detiene la nieve/ que mi cuerpo derrama/…” llegando a la profundidad del amor “ Bajo las faldas de Liuba/ unos dedos de agua/ descubren húmedos/ y ovalados caminos./Susurros de placer brotan/ de sus caderas de arena y menta…”  

El amor tardío, su descubrimiento, da lugar en la poesía de Luís Rosales a  Diario de una resurrección, quizás la obra más peculiar del gran poeta  y un libro de amor esencial en la poesía española del  siglo XX,  según Félix Grande, que Visor ha tenido el acierto de reeditar. En todo amor hay un deslumbramiento primero: “ Como la ausencia en un cristal que no se empaña/ estoy viendo tus ojos cuando cierro los míos/…/ y me miraban ya con ese mandamiento que es igual que una esponja,/…/  Y recuerdo también que aquella noche/ -creo que era el 29 de septiembre- /tus palabras eran de lluvia,/ y/ sin embargo/ en ellas pude ver hasta la sombra de tus huesos./…/ y tus ojos me miraban lavándome/ el estupor a tientas que es la vida…” . Momentos para siempre decisivos: “…yo recuerdo que la primera vez que hablamos/ me mirabas con tal intensidad/ que te quedabas añadida a mis ojos…”. Los ojos, la luz cierta, la ventana no sólo del alma sino del tiempo no compartido y del tiempo futuro: “…te quiero tanto que cuando sigo tu mirada puedo llegar hasta tu niñez/ pero también hay veces, muchas veces, que al mirarte te estoy profetizando…”

En Viento de cuchillos, Rocío Hernández Triano nos traslada al tiempo del dolor. En la primera  ese viento turbador del amor  se define en su primer poema: “Es el amor un viento de chuchillos/ y una alberca de fango el abandono…”. Están pues, presente los polos opuestos el amor y el desamor; la presencia y la ausencia, el haz y el envés…:   “En una misma cama, dos orillas distintas,/ soportan el silencio los amantes./…/ Pero ninguno duerme,/ pero ninguno besa/ o llama/ o roza; …” . Y es tan presente el polo negativo, la pérdida del amor que se eleva el lamento: “Porque voy a estar sola/ porque estaremos solos/ y ciegos y desnudos/ como todos los muertos…”. La muerte del amor tras la que en un poema las palabras adquieren un valor iconográfico más potente, imágenes riquísimas que alzan en su plástica el fulgor doloroso de la pérdida: “Carcoma./ Helada mariposa./Cien pájaros de escarcha/ contra un cielo de ceniza./ Negro pez de las sombras./ Araña/ que enhebra tenebrosa/ con sus hilos de muerte/ la malherida fe de los amantes…” .

Y si en el poemario anterior es tan poderosa la fuerza  de la desolación del amor, parodiando de alguna manera aquel título de Vicente Aleixandre La destrucción o el amor,  Juana Castro en su reciente Antología Heredad, incluye los mejores poemas de Arte de cetrería, sin duda uno de los mejores libros de la poesía contemporánea española. Construido como una alegoría del amor imposible, la autora lo define como “Algo muy cercano, creo, a la mística. Porque la mística es eso: el amor sin esperanzas de consumación”, en el poema Del águila calzada leeremos: “ No soy dueña de mi, pues es mi dueña/ la dueña del amor y de la vida/ tan cercana y ausente como el sol, / al ala de mi espejo, reflejada.”

Hemos pues, partiendo del fulgor metafísico de la poesía amorosa de Aleixandre, llegado a la patente realidad metafórica del amor imposible, pasando por los diversos estadios de este sentimiento nutricio de la poesía que es el amor, en su exaltación, en el deslumbramiento y en el desamor. Un ciclo del que en la ingente literatura universal existen  infinitas posibilidades de composición; pero que nosotros hemos querido elaborar con materiales creativos recientes, dando así una visión a la poesía que se hace en estos momentos.

F.Basallote



Libros citados:

Balada de la Memoria, Pedro Lastra. Pre-Textos.
Compañero enemigo, Juan Antonio Bermúdez. Libros de la Herida.
Antología personal . Manuel Senra. Ed.Moreno Mejías.
Ocho islas y un invierno.  Marta Navarro. Ed.El Desembarco.
Diario de una resurrección. Luis Rosales. Visor.
Viento de cuchillos. Rocío Hernández Triano. Ed. En Huída
Arte de cetrería .(En Heredad. Antología) Juana Castro. Ed .Fundación Lara

miércoles, 10 de julio de 2013

ARTÍCULOS. El tacto de la Negra Dama.



EL TACTO DE LA NEGRA DAMA










La poesía de la muerte o sobre la muerte es uno de los temas frecuentes en la poesía de todos los tiempos. Desde el medievo y sus  Danzas de la muerte,- en las que había una desesperada llamada a ese tiempo de ceniza que precede a todo fin-, a los poetas de hoy día, la presencia de la Negra Dama ha  surtido a la poesía de un nutrido material en el que el dolor  y la elegía han dado lugar a una emocionante creación. 
Y es que como dijo Rabindranath Tagore: “Como un mar, alrededor de la soleada isla de  la vida, la muerte canta noche y día su canción”.  Y ese canto, que en Jorge Manrique  se manifiesta en  “Las coplas por la muerte de su padre” , recordándonos : cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/tan callando,/…”, en  Walt Witman, es una invocación : “Ven, muerte hermosa y consoladora/Ondula alrededor del mundo, llega serena, llega/De día, de noche, para todos/Tarde o temprano, muerte delicada/…” y en el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”: “Lo demás era muerte y sólo muerte/a las cinco de la tarde” será para  Federico García Lorca  elegía .  En otras ocasiones es sola descripción, como Gabriela Mistral en “Los sonetos de la muerte”: “Del nicho helado en que los hombres te pusieron, /te bajaré a la tierra humilde y soleada…”., o  Pablo Neruda  en “Sólo la muerte :”  “Hay cementerios solos,/tumbas llenas de huesos sin sonido,/…”o el surrealista,  Andre Bretón, que en su obra “Muerte Rosa”, describirá el tránsito : “Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas/velas están hechas de ese solo día hora a hora/Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos/el sol blanco y negro…”. Mientras, Cesare Pavese, nos dirá que "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.”.






En la poesía española actual, tan diversa en su riqueza, es lógico que un tema como éste esté presente en la voz de los poetas  y, con la certeza de Cesare Pavese, los ojos de  la Negra Dama  miran desde sus obras. Si la voz de Ricardo Bellveser (Valencia, 1948), tan medida y tan profunda,  nos ha llegado siempre como un análisis personal del mundo, en Las cenizas del nido, su palabra se hace conmovedoramente reflejo de un desleimiento íntimo, de la deslumbrante iluminación de su propio expolio:: “He de escribir un mensaje en un papel/ meterlo luego en una botella y tirarlo/ a un contenedor para que se lo lleve/ el camión de la basura a la hora del reparto/ y flote en la inmensidad del estercolero/…/ Un mensaje en una botella flotando en la hez/ de lo que en otro tiempo fue gloria y fama,…”.Manuel Jurado ( Sevilla, 1942) escribe en “Huesos de pájaro”,  “ entre el resplandor y la muerte” como dice Antonio Gamoneda, a la espera  del ángel final: “Aguardo la visita/ cordial del enemigo,/ a que encienda su fuego/ y prenda en mi mirada/ su disparo de luz.”.  En “Cuatro noches romanas”, Guillermo Carnero (Valencia 1947) nos ofrece  una especie de meditación final, y el hallazgo del vacío tras el tiempo en un diálogo en cuatro fases con la Muerte . A través de esos encuentros en los que surge una especie de batalla dialéctica , se van planteando las cuestiones constantes de la poesía en un  juego de atracción y repulsa, “-Ya no me ves hermosa en la luz griega.” dirá la Muerte y el poeta contestará: “ –Nunca lo fuiste; yo no te busqué / por hermosura…” , “ –Me encontraste/ cuando eras casi niño, y desde entonces/ siempre he estado contigo…” terminando el poeta y el libro con la siguiente petición : “ En medio de mi noche/ envuélveme en el manto de la tuya,/ y sabré que por fin no duermo solo.”


Si en estos poetas maduros, es hasta cierto punto lógico esta  reflexión sobre el constante tema, nos llama la atención cómo en los jóvenes está asimismo presente, demostrando que el desgarro del tacto de la Dama es capaz de producir sentimientos que se traducen en la emoción poética: Saray Pavón (Sevilla, 1984), en Grisicitudes. dirá trágicamente : “Y se murió de pronto y sin motivo/ el grito que pende en la garganta,  sin dejar escapar ni un suspiro…”. En “¿Estamos todos muertos?” de Sandro Luna ((L´Hospitalet de Llobregat, 1978) se nos muestra poéticamente el rito exequial, el escenario simbólico y accidental de la muerte, ese tiempo muerto en el que tanto las flores como los cantos son el trapantojo  que quiere disimular la certeza final: “Recogí pétalos del suelo/ y al juntarme en su piel me fui sumando, con mis cuatro cadáveres de lirios…” , “ Le llevan las canéforas/ sus elevadas flores, todo vuela alrededor del muerto.”

©F.Basallote




martes, 9 de julio de 2013

ARTÍCULOS. "Alborada" , una voz silenciada.



ALBORADA”  UNA VOZ SILENCIADA










“Una revista en papel, en estos tiempos de sms, twiter, facebook y demás, es un ejercicio de resistencia y rebelión.”   dijo el poeta Martín Lucia en la presentación de la revista Espacio habitado (Ediciones En Huida, 2010),  una revista en papel  sobre poesía y pensamiento, que a la fecha ha dejado de existir.

La  acelerada implantación de las tecnologías de la comunicación,   que   en aras de ese vértigo de aproximación al instante, están consiguiendo   banalizar el mundo de la creación por el método de la sobreexplotación de páginas y blogs que yacen , muchos de ellos , sin lectores en la “nube” y concentrando millones de usuarios en la intranscendente intercomunicación de sucesos que en otro mundo no pasarían de ser comentarios superfluos. Ese vértigo quita espacio y tiempo para la reflexión reposada, para la relajada contemplación del mundo que es vital para toda creación, para la inmersión silenciosa en los mundos interiores donde el hombre se encuentra consigo mismo y con sus coordenadas elementales, el tempus de la dignidad de ser hombre pensante. Es por ello una amenazante plaga para la cultura, que ya en el nivel anterior del mundo de las telecomunicaciones está sufriendo el acoso de su vulgarización, que con la implantación de canales basura y el incremento del “panen et circenses,”están consiguiendo la insensibilización absoluta del espectador, la dosificación adecuada para la preparación de su mente como receptora de los mensajes “permitidos”, la sublimación más refinada de las técnicas goebelianas….  Y no sólo amenaza contra la cultura, sino que obedece claramente a las tácticas orwelianas  de un mundo regulado por el capital, el verdaderamente globalizado, es decir la amenaza trasciende al núcleo fundamental del hombre, a su libertad.

A tan árido paisaje se une la crisis y las consecuencias políticas de pérdidas de subvenciones que inciden principalmente en la Cultura , o mejor dicho, en determinadas culturas no útiles al poder dominante y en las que no ve los valores de difusión y servilismo, tan caros a todo poder absoluto.

El “Grupo Literario Alborada”de Tomares, constituido desde muchos años atrás, legalizó su situación administrativa como Asociación Literaria, en 2004, con el principal interés de trabajar en pro de la Cultura a través de la Palabra. “La palabra, llevada a esa forma de expresión tan plena, tan extraordinaria e íntima a la vez como es la poesía.”  , como se lee en el  Editorial de su Revista “Alborada” de febrero de 2010 , editada con la ayuda de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Tomares.
Con dicha ayuda acabó el compromiso del ayuntamiento aljarafeño con este grupo que desinteresadamente ha llenado todos  los espacios culturales de Tomares con recitales, conferencias, encuentro con grupos poéticos y una participación activa en todos los actos de ámbito cultural y social desarrollados en el municipio. Y decimos que con esa ayuda se acabó el compromiso del Ayuntamiento, porque desde entonces y ya con una estructura política distinta  han dejado de ayudar a esta Asociación y han conseguido acallar una voz  que ni era disidente, ni políticamente incorrecta, sino simplemente una voz libre que intentaba llevar a todos los rincones del pueblo la voz de unos poetas, al fin y al cabo la voz del pueblo, quizás uno de los escasos  ejercicios de libertad  que les queda.

©F.Basallote

sábado, 6 de julio de 2013

ARTÍCULOS. Poéticas de la ciudad.



POÉTICAS DE LA CIUDAD







La ciudad, ese espacio que según Spengler definiría la historia de la humanidad y que para  Ortega y Gasset era “ un ensayo de secesión que hace el hombre para vivir fuera y frente al cosmos..  ”., es para el poeta lugar de la nostalgia, paisaje encendido   con las más tiernas luces , las que llevan dentro las candelas del tiempo de la dicha, los instantes perdidos del paraíso. Todo poeta tiene un referente espacial, el lugar de la emoción  o de la dicha, ese sitio que marca el encuadre de una escena irrepetible, inevitable lugar donde la memoria se hace elegía, canto, pura nostalgia. 







Desde los albores de la humanidad la literatura está llena de viajeros que no dejan de buscarse a sí mismo en la manifestación del mundo que hallan. Desde el Poema de Gilgamesh, hasta el Ulises de Joyce pasando por la Odisea o la Eneida,  el Libro de las maravillas de Marco Polo,  la Divina Comedia, o el Quijote, el universo poético no es sino un continuo sendero por donde el poeta –es decir el hombre- ejerce la inacabable tarea de intentar encontrarse.










En Desde este otoño, el poeta tinerfeño  Miguel Martinón, escribe la elegía simultánea del tiempo y del espacio, de la  vivencia intensamente renacida: “.Ciudad tan próxima y tan lejana/ puedo verte a través de las palabras,/ que vuelven al nacer el día/ oírte desde dentro y desde fuera/ inestable en el filo de la hora…”/, “ Te veo desde fuera y desde dentro/ te veo entre la lava y la palmera…”, “..y te llamo y te oigo,/ Oh ciudad de los flamboyanes,/ por los mares sin bordes del insomnio,/ cuando la luz callada llega hasta esta hoja,/ hasta los ojos que la leen/ y todavía pueden verte.”  Evocación que  en Todo es para siempre,  del poeta de Arcos,  Pedro Sevilla, se erige en sombra de cal, la intensidad blanca del pueblo:”Crepúsculo de agosto./ La tarde cae en el huerto/ demorando su oro en los rosales,/en la bíblica higuera, en los dulces planetas del membrillo…”  Y los pueblos de la vega granadina  se hacen elegía en  Un ramo de poesías de Manuel Gámiz, elegía hecha blancura y barbecho, trigo y surco,  flores e historia, leyenda frutal…, memoria de su paso por esa geografía rural. Dirá de Fuente Vaqueros:  “ Manantial / de poesía/ y vega..” , a la torre de Montefrío:” Vieja torre que a Montefrío coronas./ Fiel testigo eres de historia vivida..” y sobre todo a su Huétor-Tájar:  “Campanario de ladrillo,/ de la Iglesia, entre las casas/ el cabreo y su piara/ avanzan por el camino.







Escribe el poeta leonés Luís Artigue en Los lugares intactos las emociones que las ciudades han ido dejando en el corazón de este joven poeta y que quedan en el poema como destilación de una experiencia similar a la de la vida y el amor…sendero que incide en los íntimos resortes del corazón. De alguna manera se manifiesta un cierto sentido del descubrimiento, como dirá en el Machu Pichu: “buena cuenta del éxito, del poder, de la vida/ y del amor eterno/da/ asomarse a las ruinas de un imperio.”o en los lugares escondidos como: “La oscuridad de una pequeña ermita/ es la de todos esos poemas que expanden el entendimiento”, en Aveiro. En Una ilusión de continuidad, dirá desde la capital del mundo: “Me siento como el árbol que se mira en un río desde que estoy en lo alto/ de Nueva York.” .Y desde las alturas del Duomo de Florencia: “…El  trémulo/ entramado de nubes. / La villa inmortal enardecida con cierta luz de ficción/ que han tomado prestada a crédito los cuadros del Cinquecento.”  Llegando  a “Jerusalén, la ciudad  cuarteada por las apropiaciones de Dios.” y terminando en Roma: “la ciudad cuya belleza aún es un edicto de alegría”.  

A veces es tan grande el poder  del recuerdo, convirtiéndose el poema en un tratado de la memoria de la ciudad abandonada y el exilio donde la memoria reconstruye la identidad del tiempo perdido , como escribe el tinerfeño  Coriolano González en Otra orilla" (Cuadernos de Guillermo Fontes):. ¿Dónde aquel banco en el que fui besado/ por vez primera/ y el tiempo se detuvo?, ¿Dónde están aquellas plataneras/ que desbordaban de luz y olor/ la travesía por el barranco…” Tiempo inolvidable en el que “Fuimos inmortales”.













En otras ocasiones la ciudad evocada forma parte de lo que Spengler llamó historia ciudadana, es decir historia de la humanidad y como sucede con José Emilio Pacheco, que en su libro  Ciudad de la memoria, canta a las culturas desaparecidas, como en Presagio de Islas a la deriva:   -Vuelven los dioses- dijo Moxtezuma-/ Las profecías se cumplen. No habrá oro/ capaz de refrenarlos. Del azteca/ quedarán sólo el llanto y la memoria.”. O la memoria de Roma   que Francisco Vélez Nieto , en  Itálica y otros poemas    transforma en su imagen, Itálica sentida y vivida , desde “…el ruiseñor cantando/ a Venus su amor diario”  al recuerdo de un tiempo: “En estas calles fue posible escuchar/ amor y odio, las risas y las lágrimas/…/también la ira desatada de los dioses…”,“…paseo recordando,/ aquel pasado en vuelto  en mármol grana…”, pasando, sensorial,  al duelo   de las diosas: “Desde su bosque Diana/Eterna a Venus contempla…”   o la danza de la náyade, a la que pedirá: “ Huye del frío mármol de Carrara,/ baila, muestra danzarina/ tus placeres y pasiones/…”.

En otros casos el poeta recorre la ciudad y como hace Fran Nuño en Deambulaciones , reflexiona sobre la búsqueda y la ausencia, la soledad y la impersonalidad de la urbe.  Dirá que prefiere pasear por una ciudad desconocida porque “Quizá de esa manera/ llegue también/ a tu encuentro/ en la ciudad/ de mi propia vida.”, y  hasta cierto punto conforme con su destino dirá: “Pero la ausencia,/ sin más,/ acaba diluyéndose en nuestra rutina…”,  mientras  observa a la gente  “Los domingos por la tarde/ nadie tiene una edad concreta./ La gente que vemos/ deletrea pasados/ con manos en los bolsillos/y pasos desacelerados.”

Y hay quien  entre los lugares evocados lo hace de algo tenebroso, como hace  Guillermo Carnero que en la tercera de sus Cuatro noches romanas que es invocación y ofrenda a la ciudad eterna,   visita el Cementerio Acatólico de la Ciudad Eterna y dice a la muerte: “- Un día me dijiste: tu peor enemigo/ es la memoria; aprende de los pájaros…” y la Dama le contesta: “-Mira a tu alrededor; no te complazcas/ sólo en la destrucción y la rüina. /No hay lugar en el mundo donde brille/ más alta/ la belleza de la muerte.”

Están llenas las Antologías poéticas de referencias a la ciudad como espacio habitado por la nostalgia, lugar de la evocación y la elegía, cumpliendo de alguna manera el dicho spengleariano de convertir la ciudad en historia de la humanidad, pues es en esa nostalgia donde más humano se hace el hombre.

©F.Basallote