domingo, 7 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Blanca Andréu , "Los archivos griegos"











RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES


LOS ARCHIVOS GRIEGOS de BLANCA ANDREU











Sobre LOS ARCHIVOS GRIEGOS de BLANCA ANDREU
Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2010



La aparición en el panorama poético español  de su poemario De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall , Premio Adonais 1980, supuso para Blanca Andreu (La Coruña, 1959)  un temprano reconocimiento, un desvelamiento de una joven surrealista que iba contra corriente  -aunque diría de él más tarde que “ me hizo mucho daño porque era una obra muy atormentada...” -, y, al mismo tiempo , un interesante revulsivo en las tranquilas aguas de la poesía, con defensores como J. M .Ullán que lo define como “El don de otra ebriedad” o críticos adversos como Luís García Montero o Felipe Benítez que la llegó a llamar “novicia de la poesía”[1]  .

Han pasado treinta años desde entonces y la que fue objetivo crítico de los poetas de la experiencia : “ …Cuando llegaron los poetas de la experiencia intentaron acabar conmigo, porque había salido dos cabezas antes que ellos…”, ha experimentado el lógico devenir del tiempo  y una transformación ya presente en su anterior libro La tierra transparente, en la que hay una aproximación a la vida y a la luz, el tacto inmediato del mar que en 'Los archivos griegos',se sublima en la riqueza  de imágenes y la integración de referencias poéticas y culturales, que se maclan  creando un universo pleno de símbolos   erigido  en una actitud naturalista, que no excede en culturalismo, y que tiene mucho de contemplación y éxtasis en busca de su auténtico yo, lejos de  antiguas parafernalias y revestida de sencillez  mediterránea, además de la presencia de temas  tradicionales en la autora como la vuelta a la infancia y ,sobre todo, el mar.

Comprende Los archivos griegos seis partes de las que la primera y más contundentemente definitoria da nombre al libro. Las siguientes son: Opus nigrum,  Dos poemas del monasterio de la luz, Pazo de las golondrinas, Marinas y Del otro reino. La primera, en cuyo frontis se inscribe el versículo de Elytis “ La Grecia que con firmeza pisa el mar” se inicia  con  Oda a los perros de Atenas,  dedicada a Vicente Ferrer en la que descubre “ …los perros de mármol que se han bajado de los frisos/ y se reúnen por la noche en cónclave/ y muestran su estirpe socrática filosofando en las esquinas…”  en alusión a la vieja leyenda griega según la cual los antiguos dioses ,cuando fueron derrotados, prefirieron seguir viviendo como perros en Atenas antes que dioses bárbaros. Pero son el mar y la luz los protagonistas esenciales de esta parte: “…y era el mar griego un gran libro de plata escrito en húmedos hexámetros/…/ Era el mar como otro libro/ de mi memoria…”,   y el paisaje donde la verticalidad del ciprés  le hace evocar una querida pérdida: “ …ciprés, hermano/ de los lirios/ me recuerdas a un hombre/ que amé y murió / y que era como tú alto y oscuro…”  y la luna de plenilunio le hace aproximarse al sintetismo del haiku : “ …en plena noche/ como un golpe de luna/ suena tu canto…” o surge el poema automático : “ …como un cordero blanco en la vida del mar/ eres/ como un caballo blanco/ mi querida/ tu luna  una paloma…” .Presentes siempre los árboles míticos del Mediterráneo: “…Igual que una paloma ha volado a una higuera…”,  “…bajo la amante sombra del gran pino/ el que derrama gotas de miel…”, constituyendo la gran memoria de esta tierra: “Yo guardo mi Grecia soñada fundida con la que aprendí/ contemplando sus olivares…” y  que está “...Más allá del crepúsculo. ¿Lo ves?/ Sus grandes pétalos se abren  sobre el mar/ como una enorme y sorprendida rosa.”.


Muy distinto es Opus nigrum, como una especie de intervalo de oscuridades en las que el tiempo y la reciente historia, así como lo que la autora definiría como poemas airados , crean una atmósfera distinta, a modo de voluntaria presencia como para tener constancia de lo tenebroso en medio de tanta luz.  Dirá al tiempo : “…pulso del universo/ te detestan / sólo porque sucedes…”   y expresará su sentimiento sobre Irak diciendo : “ ¿Por qué quieres / matar mi casa/ romper mi niño/ quemar mi perro?” y sobre todo en esos poemas airados  dirá a un crítico :  Con mi boa de hielo te escribiré para que no me destroces/ con tus oscuras patrañas negras como el terciopelo/ de un prestamista…” y  encuentra en Aquiles un heterónimo de alguien a quien  le dice: “…juntas el correaje con la alondra/ inicuo Aquiles/ alabas la derrota como triunfo/ y dime/ tus victorias dónde están…”


Dos poemas del monasterio de la luz, están cargados de sentimientos místico y elegíaco, el primero Del Ave Fénix a Shakespeare: “...Tiene su nido en mi pecho. / Cada vez que el fuego me extingue/ la Dorada Visión reaparece.”.El segundo , Negro espiritual, dedicado al Negro Billy, arcángel de Medellín: “ La voz del negro Billy entró despacio/ y el maná de las almas descendió como semilla de cilantro blanco/…/ “Escucha, oh Señor,/ Tú que te apiadas del débil y del pobre…”.Mientras que Pazo de las golondrinas son poemas de la memoria , “ Miro por la ventana de mi infancia…” dirá  y aparecen “ Dos pavos reales  abren en el boj/  sus corolas azules igual que lunas griegas…”  y el gran cedro le hace recordar  a “…aquel hombre que no perdió su infancia…”


En Marinas incide Blanca Andreu en toda la plasticidad de su poesía, siendo sus diez poemas como acuarelas en las que el blanco y azul, el verdeagua  de turmalina  se abre con la riqueza cromática y sensorial: “ …a qué rosal/ de agua profunda/ a qué prado/ donde pacen sirenas…”,  “Gacela blanca/  vuelas/ sobre el arco de la ola/ como un inacabable lirio blanco…” será la espuma y la marea negra  “ …eso mismo /que cantas/ eso mismo/ dice mi corazón.”.Y vuelve a ese poema corto, tan adecuado al tema, casi haiku: “En la noche / recitas/ mar/ escucho” o  “Los salados rebaños que coronan las olas/ brotan apenas como lana blanca.”. Del otro reino, cierra el libro con tres poemas en los que la exuberante superposición de imágenes enriquecida de matices introspectivos nos retrotrae a “otro reino”, a otro tiempo en una especie de vía anular, que sin indicarnos una vuelta  exhibe cuánto de aquel tiempo aún perdura, por lo que se interroga a sí misma: “…qué fuego arde en silencio en tu dulzura/ qué luz/ en la pradera/ de tu pecho…”


Nosotros que no podemos contestar a esa pregunta sí podemos afirmar que esta poeta no es la misma niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall; que ha profundizado en sí misma  en un nuevo descubrimiento interior oyendo las voces antiguas de un mar poblado de espejismos en una travesía llena de buenos augurios.

©F.Basallote
Publicado en Pepel Literario 07/2010











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