martes, 30 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Tomás Segovia, "Estuario"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES


ESTUARIO de TOMÁS SEGOVIA

















LA TENTATIVA DEL ASOMBRO
Sobre ESTUARIO de TOMÁS SEGOVIA
Pre-Textos, Valencia, 2011

Tomás Segovia, (Valencia, 1927)  ha sido una  figura fundamental de la poesía de México adonde llegó exiliado con nueve años y donde vivió hasta 1985. Entre sus libros de poemas destacan: La luz provisional (1950), El sol y su eco (1960), Anagnórisis (1967), Figura y secuencias (1979) y Cantata a solas (1985). Su obra Casa del nómada (1994) reúne los libros Partición, Lapso y Orden del día. En 1997 publicó Fiel imagen y entre los años 2003 y 2009: Salir con vida, Día tras día, Llegar, Siempre todavía y Aluvial. . Entre sus ensayos hay que mencionar Contracorrientes (1973), Poética y profética (1986) y Alegatorio (1997). Ha escrito también teatro y narrativa. Entre los premios obtenidos destacan:  Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2000, Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 2005, y el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca Ciudad de Granada, en 2008.
Poeta integral, se considera a sí mismo un poeta que escribe sin un plan "de pronto algo me susurra, algo se me ocurre y empiezo a buscar palabras para decir eso que me anda rondando” y a propósito de su   poética dice: “La poesía que hago, que busco y me gusta leer va por el lado de la intuición, va por el lado de percibir el sentido, no como un razonamiento sino captarla súbitamente, captarla de una vez y traducirla en palabras; es lo que los fenomenólogos llaman la intuición.”.Incidiendo en su concepto de poesía, dice: ““La poesía tal como yo la concibo es justamente esa cosa milagrosa de llegar a la sabiduría. Lo que siempre me ha deslumbrado de la poesía es que cuando ya no era joven y escribía un poema, yo sabía que no era tan sabio como mi poema. Es la poesía la que es sabia. Es lo milagroso. La tentativa del poeta es producir algo que le asombre a sí mismo. Es un parto.”

Esta poesía del asombro es la que reúne en el presente Estuario, libro del que el propio autor dijo lo que motivo su escritura: “Había personas que no tienen especial cercanía o afición a la poesía y que se sintieron cercanas a ella gracias a mi lectura. Eso es a lo más que puede aspirar un poeta: a revelarle la poesía a alguien.”. Comprende este libro seis partes con cierta clasificación temática: Aquí estamos, Tiempo atrás,  Palabra dada, Otoño y dudas, Modos de vivir y RG (Ramón Gaya).


Aquí estamos, es una especie de reafirmación de su presencia en el mundo; pero con un sentido especial de entrega o más bien de compenetración física con la Naturaleza y la belleza de la luz, el día como medio de su propia iluminación.  Así dirá: “Quieras que no vuelve a reinar el día/ La luz se quita el velo/ Y descubre sus ojos infinitos/Casa común de la presencia/ Donde el mundo se explaya abiertamente/…/ El mundo un día más/ Habrá sobrevivido  a nuestro acoso.”.  Interroga al mundo su destino : “Flotando en la corriente/ Esperando que el día la estación el año/ Mientras me arrastran quieran en algún momento/ Decirme adonde vamos…” , y se abandona a él: “Bajo los chopos tiernamente fuertes/ me sumerjo en su mundo por entero/ Me pierdo sin reserva/ Entre el pueblo dichoso de las hojas…”,  al viento : “ Este alto viento helado/ Es eso que en el mundo/ Nunca podría corromperse…”  o a la brisa: “ Esta brisa tan fresca alada/que al pasar desmelena / a estos ingenuos arbolillos….” ,  hablando en un lenguaje completamente franciscano de compenetración con el mundo y afirmando rotundamente que : “Abro mi puerta y abro ese rostro del mundo/ Al que nunca podremos dar la espalda.”.


En Tiempo atrás, hay como un regreso al pasado: “ …me remonto/ A noches de mi infancia…”  y recuerda cómo “ Por esas fechas me abracé a mi vida/ Y en un gran ímpetu me la llevé/ A lo más alto lo más limpio lo más mío/ A empezar con lo puesto…”. Memoria en la que laten las horas de la luz: “ Y cuánto anduve así perdido por las márgenes/ Donde una luz respetuosa y fría/ Punzantemente iluminaba/ El rostro enamorante de las cosas…”   ,  con un intenso tono autobiográfico se pregunta : “Qué buscaba yo entonces/ Siempre perdiéndome en lo más lejano/ …”  y tras la búsqueda se contesta aceptando el designio del tiempo: “Como la historia misma/ Sé bien a qué he sobrevivido/ Pero a mí en cambio sé/ Que me espera una hora dulce y grave…”. La tercera parte,  Palabra dada, es como una secuencia de la anterior en la que prevalece el valor de la palabra: “ …El tibio cauce de palabras/ Que siempre me sacó gustosamente a nado/ De la vacua aridez de vivir sin destino…”..,la palabra como asombro ante el mundo: “ Hoy quisiera ganarle / Un poco de terreno a lo indecible/ Meter unas palabras/ Donde no caben las palabras/ No tener que quedarme mudo/ Ante esta plenitud de todo/ el azul el silencio la paz …”. Otoño y dudas es un solo poema  en el que en el juego maravilloso de las palabras entreteje una meditación sobre el otoño y la vida, su otoño particular  y vital y el otoño que la naturaleza le ofrece. Dirá: “Me ha esperado el otoño/ No se ha cansado de pulir su luz/ De mantenerme limpio el aire/…/ Ha vuelto como siempre/ Sin preguntar siquiera qué ha sido de nosotros/ Si seguimos ahí si aún le deseamos/…/ ¿El tiempo sin retorno de mi historia/Me exilia para siempre del tiempo del retorno?/ Mas no es sólo el otoño quien retorna/ Hay uno en mí que esperaba también la vuelta del otoño…”.


En Modos de vivir, se vuelve a manifestar ese espíritu cósmico de unidad con la naturaleza, así en el poema Arenga, que inicia esta parte, se dirige en ese estilo al mundo: “Cosas todas del mundo/…/Quisiera yo deciros/ Que me alegro de estar entre vosotras/ Que me dejéis moverme en vuestra luz/…/ Recorrer vuestro día y vuestra noche / Con  mi vida despierta y mi vida dormida/…/Mientras dure este tiempo…”. Es consciente del paso efímero por el mundo, donde se siente huésped: “…Y sé lúcidamente/ en la limpia mañana acogedora/ Que haber estado aquí/ no es una circunstancia  banalmente azarosa/ Ni una necesidad indiferente y yerta/ Es el feliz azar inescapable…”. Unidad en el goce que se presenta, cada vez más, con su carga efímera mas absolutamente disfrutable: “Necesito contar con cada hora/…/ No tengo tiempo para no ser libre.”.


Termina el libro  con el poema Ramón Gaya en el aire, una conversación elegíaca de ese amigo con el que compartió en el México reluciente de su juventud los mejores instantes creativos  : “ Estaba yo pensando en Ramón Gaya/ Estaba yo pensando en ti Ramón/ Y ya para empezar me desconciertas/…/ Cómo saber si no le hablo a una ficción/…/ Era buscar el sitio que tú dices/ Donde la vida sigue viva y respirando/ Salvada por el arte sin dejar de ser ella/ Por ese arte limpio y obediente/ Que Ramón Gaya a veces prefería / Que se llamara creación…”. Un homenaje que ya había hecho numerosas veces en su vida : “Esa circunstancia de nuestras vidas, única e intransferible, que impregna en nuestras memorias esos años con su ambiente, su escenario, sus condicionamientos, se llama en mi vocabulario "México", y supongo que en el suyo también.”


Un  poemario en el que deja patente una  vez más  quizás en este caso de manera acentuada, esa dulce y suave intemporalidad en la que el fulgor y sensualidad del mundo es cotidiana presencia, intensa prolongación íntima de su deslumbramiento.


©F.Basallote
Publicado en Papel Literario, 9/06/2011




lunes, 29 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Andrés Sánchez Robayna, "La sombra y la apariencia"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES



La sombra y la apariencia de Andrés Sánchez Robayna











ESENCIA DE LA LUZ
Sobre  La sombra y la apariencia de Andrés Sánchez Robayna
 Tusquets.2010



Existe una  poesía de la luz, denominación que en la poesía contemporánea  tiene el más claro ejemplo en la poesía de Elytis: “En el principio la luz y la hora primera”. La luz es un elemento fundamental en su lírica basada en  la raíz esencial del arte griego: “los europeos y los occidentales,  hallan siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras que los griegos lo hallamos en la luz, que es para nosotros algo absoluto…”, dice el poeta.    En nuestra poesía están y estarán siempre presentes  los versos de Juan Ramón: “Y en esa luz está tú;/pero no sé dónde estás /no sé dónde está la luz.” o “ Luz vertical,/ luz tú/ alta luz tú,/ luz oro;/ luz vibrante, luz tú./ Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal”, recogido en La estación total con Las canciones de la nueva luz, un libro fundamental en la trayectoria poética de Juan Ramón Jiménez  en su  " anhelo creciente de totalidad".


Su poema: “Luz vertical, / luz tú/ alta luz tú, / luz oro; / luz vibrante, luz tú. / Y yo la negra, ciega, sorda sombra horizontal” nos conduce directamente al último libro de  Andrés Sánchez Robayna,   La sombra y la apariencia, sin luz no hay sombra; sin sombra, no hay luz humana: “Donde incluso la sombra/ tiene luz, / allí el verano/ se dice. // Donde la oscuridad/ te dice, / palabra, / aún dices luz”.  Un poeta de la esencialidad que en la luz  realiza su visión poética, en un cierto parecido juanramoniano  en el camino de la totalidad. De este libro dice el crítico Juan Antonio Masoliver: “Poesía que rechaza toda decoración y que sin embargo encuentra la intensidad de su esencia en el adjetivo: luz negra, luz caliza, luz de mica, sol lento, sol blanco, ruido blanco, ápice blanco…”.


Andrés Sánchez Robayna (Santa Brígida, Las Palmas, 1952) está considerado como uno de los más destacados poetas canarios. A su excepcional obra lírica, con gran influencia  de los mitos insulares, une su condición de filólogo, traductor y profesor de Literatura Española en la Universidad de la Laguna.  En su poesía es patente la influencia de la “poesía pura” de Juan Ramón, y la presencia cercana de José Ángel Valente, aunque como dice el citado  Juan Antonio Masoliver: “Es una poesía que ha superado todo el lenguaje subjetivo de la tradición lírica, el culturalismo, el conceptualismo y la abstracción de tanta poesía contemporánea y, finalmente, el esteticismo, esta belleza decorativa que se convierte casi en un valor moral. Estamos, simplemente, ante y en la plenitud del objeto, de su materia, de su luz y de su forma.”  En unas recientes declaraciones el poeta dice: “No concibo ningún aspecto o faceta de mi vida sin la presencia de la palabra poética. Casi desde que tengo uso de razón, y desde mi descubrimiento de lo poético en unos años en los que estamos más resueltamente predispuestos a ello —aunque sólo sea porque, en ese período, una magia envuelve todas las dimensiones de la experiencia, empezando por la del lenguaje—, la palabra poética ha condicionado y determinado mi ser más profundo y lo ha conducido a lugares del espíritu que no sé si hubiera conocido de otro modo.”


Siete conjuntos de poemas  forman este libro: Inicial, o fracturas de una invitación imperiosa, Correspondencias, Sobre una confidencia del mar griego, En el centro de un círculo de islas, Reflejos en el día de año nuevo, Del lugar del zunzún, y Urnas y fugas.  El primero: Inicial, o fracturas de una invitación imperiosa, es a la par que definición de principios: “Tu que has amado el sol/ y el centro, y que deseas/adentrarte en la luz,” ratificación de la búsqueda e invocación: “Armonía del mundo, dame el misterio último de la isla no hallada”. En Correspondencias, con un cierto carácter elegíaco, mantiene su constante: “…/Arriba, el ojo hueco, / el cedazo sagrado. /Llegan la luz, la lluvia, / a tus manos, abajo.”. El tercero, Sobre una confidencia del mar griego, fue publicado parcialmente en 2005,  se centra en el mar, los dioses griegos y la luz mediterránea: “Los dioses sonreían en las aguas brillantes. / No mueran esos dioses .Que sonrían, / en lo eterno, y el mar sea su sonrisa.”-, “¿Cuál es el dios, entonces, / di, / del salitre en las sienes, / del deseo del ser?...”,  “…Mira las islas / del espino y la higuera/ incendiada, míralas perdurar como una ofrenda al sol…”. En el centro de un círculo de islas,  fue publicado  en 2007, es asimismo una evocación de las islas griegas y de su luz: “…Donde la oscuridad /te dice, / palabra, aun dices luz. /Donde / el cuerpo está, / dices convocación, sol absoluto.”, “…Delos, fúlgida y leve, la belleza que cifras/ y nos cifra, hace mucho que viajamos/ hacia ti desde un fondo de oscuridad…”. En el quinto, Reflejos en el día de año nuevo, incide en la nada, en el tiempo suspendido: “…Es la nada/ son las manchas del sol que rompen contra el mundo, / desnudo, / más allá del saber, / en la tierra.”. “…Sobre la superficie de las cosas, el temblor, la nada deseante…” . El sexto, Del lugar del zunzún, está dedicado a Cuba, emplea aquí   alejandrinos y endecasílabos, combinados con prosa poética: “ …Años más tarde el niño aquel lo supo: era la isla, sí, distinta e indistinta, la isla que tenía el exacto, infinito tamaño de su sueño: el espacio del mundo, el sueño de la tierra.”; “…Bajo los cabrilleos de las aguas/ de sortilegio y reconciliación, / nos abrazaba el aire, y encontramos/ el pez de oro en el centro de La Habana.”. En Urnas y fugas.  hay un “tombeau” a Mallarmé: “…La losa oscura. Una columna, / únicamente. Encima, un ánfora…”y el poema Patmos, el más largo del libro: “…Regresas a  los pastos/ de la palabra, cruzas la tarde, hasta las aguas del principio, / oh, pastor de silencios, de la nada/ ávida de una paz, la paz de Patmos.”


Tras ello siguen sonando la voz del poeta: “la palabra poética ha condicionado y determinado mi ser más profundo y lo ha conducido a lugares del espíritu que no sé si hubiera conocido de otro modo.”. A esos lugares nos ha trasladado con una asombrosa maestría, con la del ungido por los dioses para diseñar los caminos de la luz…


©F.Basallote
Publicado en Papel Literario , 20/05/2011



sábado, 27 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Mª Victoria Atencia, "El umbral"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES


EL UMBRAL de  MARÍA VICTORIA ATENCIA






EL NECESARIO TOQUE DE LA GRACIA
A propósito de EL UMBRAL de  MARÍA VICTORIA ATENCIA
PRE-TEXTOS. Valencia, marzo 2011



A los seis años de la publicación de De pérdidas y adioses, María Victoria Atencia  (Málaga, 1931) , nos ofrece su última obra, El umbral , que aparece a los cinco meses de  la concesión del Premio Internacional Ciudad de Granada-Federico García Lorca, con el que culmina el palmarés de esta poeta, Hija Predilecta de Andalucía  y Medalla de Oro de Málaga.   Siempre unida a La Ciudad del Paraíso, suena esa unión en las palabras de Vicente Aleixandre: ¡Cuántas veces en mis horas de sombra me ha ayudado María Victoria desde su presencia invisible pero cercana! Y cuántas, en la lejanía, me ha enseñado  con su verso sobre el dolor y sobre su entrañamiento, sobre la traspasada pureza de la vida y sobre la turbiedad más reveladora, que en ella tiene siempre un signo de superación. Gracias, María Victoria. Málaga se alegra contigo del bien que tú eres y agradece a su destino tu nacimiento entre sus espumas.”. Otra voz  de la alta alcurnia literaria andaluza, María Zambrano, diría de ella: “La perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda, es el ámbito —no ya signo, sino el ámbito— de toda la poesía que yo conozco de María Victoria Atencia. El presente, pues, es el único tiempo propio para esta poesía, sin pasado. No diría sin futuro, porque el futuro está ya embebido por sí mismo.” 



La poesía de María Victoria Atencia llega cargada de símbolos, entre los que destaca  siempre el jardín como evocación o nostalgia de una aprehendida naturaleza,  así como un cierto equilibrio entre contrarios.   A este respecto citaremos las palabras del crítico Ángel L. Prieto de Paula: “Sorprende en María Victoria Atencia el equilibrio inestable entre una serenidad armoniosa y clasicista, y un tono siempre a punto de distensión o ruptura, que la vincula a la dicción romántica. … Es raro encontrar una intimidad tan preñada de vida; una vida, por otro lado, escindida en dos propensiones contrapuestas y simultáneas: la del abismamiento en el yo, que la conduce a la raíz telúrica del origen, y la de la exaltación uránica, que la convoca al séptimo cielo al que tiende, de suyo y desde siempre, la mejor poesía.


Es El umbral, pese a su brevedad – sólo veinte poemas -  un poemario en el que, manteniendo las coordenadas esenciales de su ubicación poética, muestra una disposición  a incluir algunos aspectos si no nuevos, si con otro sentido- de ahí el nombre del poemario- , un sentimiento liminar en el que el tiempo delimita espacios elegíacos en los que la función de la memoria participa de una manera más intensa o al menos con una pretendida intención de evocaciones  aunque sin dejar de lado esa pureza del presente tan propia de su poética , “ el fulgor del instante”.  Y están grabadas  en estos poemas las huellas de un tiempo, que se hace memoria, elegía sentida, noción de pérdida y lamentos por la inevitabilidad del cambio. En Este hilo de vida, poema que abre el libro y que gravita con su peso definitorio,  dice: “Ahora que tantas horas van quedándose atrás/ y olvido ya su hechura y pertenencia, / vuelvo a sentirme en un aletear tras de los vidrios/…/ como si,…/…/viniesen …a avisarme / de que aún no ha cambiado más de lo que es preciso/ este hilo de vida…”. Consciente, pues de que  hay una permanencia  de la belleza que requiere del olvido de esa sucesión por cuyo umbral atraviesan los designios del tiempo, así en Los vencejos, dirá: “Cuando alcen los vencejos, cenital, su desorden/ y la tarde se ponga de tan insoportable-/ mente bellas, del color de la lluvia, / dale a la desmemoria su espacio suficiente, y olvida…/”. Mas la memoria es cada vez presencia  ineludible, a veces lacerante: “Se demoraba el alba y yo quería/ abarcarte, y se me abrían las venas, se me abrían los brazos tendidos hacia donde/ tú no eras aún sino una sombra…”, suceso revivido: “Y yo te iba siguiendo y persiguiendo y te iba/ rebañando los pasos para saber de ti, /…”. Y late en esa búsqueda el ansia de posesión de ese fragmento de tiempo: “Qué puedo hacer en lo que va de instante/ de un tiempo sucedido y ya hueco de ti/…/ qué puedo/ hacer sino inventarte…”,  y se preguntará: “Y cómo he de nombrarte, hallazgo mío, /…/…fulgor de ese instante/ en que fueses haciéndome y rehaciéndome…”.  ´Siempre la luz, la  belleza de la naturaleza: el agua, los pájaros, las flores, los árboles …en una presencia que, dual, se manifiesta al mismo tiempo en meditación, como el íntimo envés del mismo espejo trascendiendo la realidad al canto o al ensimismamiento: “ Los pájaros también, los pájaros que eran/ como una reflexión que mantuviese/ suspensa de las alas su respuesta,…” o “¿ Pues qué podría yo testificar de mí, al margen/ del silencio preciso, para que se cumpliese/ la perfección de un lirio que se alzara en su tallo,/…” , para llegar a la necesidad de la soledad: “ Necesito sentirme a solas de algún modo/ para poner mi nombre en los labios del agua,/…”  y a una entrega luminosa que trasciende de sí hasta la más bella estancia de la belleza:  “ Puedo entregarme a ti, ruiseñor de lo alto y tan ajeno/ a ti que eres un yo que estuviese cantándote,/ sucesiva hermosura que un instante en el alba /se atreve a detenerse/ sobre una tierna rama ya suspensa en la luz/…”


 
Hemos traspasado en este poemario el umbral de la más pura poesía en la música luminosa de estos versos que, alejados quizás en su purismo de las estructuras formales usuales de la autora aunque no de sus métricas,  nos adentraran en un mundo en el que “como si muchos años de luz tomasen cuerpo y yo estuviera/ siendo su vuelo y tiempo y sitio, hasta que me alcanzase/ el necesario toque de la gracia.”

©F.Basallote
Publicada en Papel Literario, 10/05/2011

jueves, 25 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Manuel García, "De bares y de tumbas"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES




DE BARES Y DE TUMBAS  de MANUEL GARCÍA










De excelente cosecha
Sobre DE BARES Y DE TUMBAS  de MANUEL GARCÍA.
Hiperión. Madrid, 2011


Manuel García (Huéscar, Granada, 1966), es editor, poeta, profesor  y bibliófilo. Como poeta ha publicado: Estelas (1995), Sabor a sombra (1999), Cronología del mal (2002), La mirada de Ulises (2006), Poemas para perros (2008) y Manuel de cordura (2008). Ha versionado en romances castellanos el Epitafio de Yannis Ritsos (2009), así como poemas del renacimiento italiano.  De bares y de tumbas es un  libro   que el propio autor, en declaraciones a Europa Press,   ha definido como “muy autobiográfico”, ya que todo lo que en él se contiene “está basado en cuestiones personales”. En él,   el poeta narra la vida celebrada en los bares y el recuerdo de los amigos, reales y  de ficción. Sin duda ha elegido como protagonistas de este poemario los dos lugares en los que se hace más patente la expresión libre del corazón del hombre, uno ámbito de alegrías y tristezas, de reencuentro consigo mismo en la soledad del mostrador, de espejo y compañero, y otro, el lugar donde encalla la vida y donde el silencio absoluto, la nada, adquiere la condición de espacio de dolor, de pérdida, de constancia de la ausencia.  

Consta el libro de tres partes: De Bares,  un intermedio denominado Entre los bares y las tumbas y De tumbas.  La primera parte, dedicada a los bares, constituye una elegía a esta institución de la que el poeta  asegura que “nuestra vida son los bares, ya que desde pequeños hasta que morimos pasamos en ellos varias épocas, según la evolución personal de cada cual” y  “a veces, son para nosotros el sitio de la verdadera intimidad, más que nuestras casas”. El intermedio, la parte central de su obra, que une ambas temáticas, tiene un sentido distinto, neorromántico,  incluyéndose en ella un poema de Lord Byron'  que se titula “Versos inscritos en una copa hecha con una calavera”. La tercera parte, De tumbas, es  un homenaje   al Tombeau, ese género elegíaco, dedicado a los difuntos queridos.

En la primera parte, el poeta recuerda el vino del país, el gin Larios o el ron Bacardí, las ventas de carretera, el bar de la plaza del pueblo, los bares de copas, la bodega del pueblo, el bar de la estación… en una elegía merecida porque “ nuestra vida es la memoria de los bares", como dirá en el poema que abre el libro denominado precisamente Memoria de los bares.  Ese hondo carácter personal toma fuerzas en los siguientes versos: “Yo vengo de un silencio largo antiguo, / de unas manos anónimas, de los / que no heredaron nada ni tampoco/ otra cosa dejaron sino un surco/ regado de sudor…”, del poema Vino del país, subtitulado Huéscar, (su pueblo), al que invita a beberlo con estos versos finales: “Ven a beberlo: beberás la sangre/ remota de mis muertos…”.  En esta memoria revivida en los bares hay homenajes como el que dedica a Pedro Garfias  en el poema Ron Bacardí, cargado con toda la nostalgia amarga del desterrado: “… Porque he perdido la tierra/ mis manos ya no trabajan/ y yo le he entregado al ron/ mi sueño de casa honrada,….”/…/Póngame, mozo, otra copa/ porque la muerte me aguarda/ para llenarme la boca/ rota de tierra de España". Y momentos de tristeza en los que vuelve a lugares de hondas vivencias. Así en el poema Aguardiente de Alosno, dirá: “ …cuando ando desheredado y sin dueño como perro antes del atropello, vuelvo a Alosno a identificarme sorbo a sorbo con el campo fértil y la tierra entrañable, a una tasca popular donde hombres curtidos consumen lentamente los tragos de su vida.” . O lugares de los que hay que huir, con la ayuda del Bourbon: “...cuando sabemos / que tiene aristas finas el amor/…/ más vale huir,…/…/llevándote lo puesto: / la mochila, algún libro, la petaca/ de Bourbon, y llegar / a donde nadie sepa que estás muerto.”. Al músico Carl Friedrich Abel,  gran bebedor, enterrado con su vieja viola, dedica el poema Vino del Rin, en el que dice: “Mientras tocó la viola, en sus manos tuvo la divinidad sin dejar de ser el hombre y el borracho empedernido de siempre…”.

En, la parte central de su obra, a modo de síntesis y de charnela que une las dos partes principales,  incluye dos poemas: uno de Omar Jayyam  (en versión de Zara Behnan y Jesús Munárriz) y otro de  Byron  que se titula “Versos inscritos en una copa hecha con una calavera”, en traducción de Jesús Munárriz.. Si en el primero se dice “De aquel jarro de vino, que a nadie perjudica, / llena tu copa y bebe, y sírveme a mi otra, /…”, en el segundo se dice: “Viví, amé y bebí, igual que lo haces tú; / al morir entregué a la tierra mis huesos;…”

 

La tercera parte, De tumbas,  es también un homenaje a la música y, concretamente, al Tombeau, ese género elegíaco para laudistas y violinistas de gamba, dedicado a los difuntos queridos, de acuerdo con la antigua leyenda gala que inicia esta parte, según la cual  la viola sería el instrumento idóneo para expresar el dolor más profundo y de ella surgiría el Tombeau como sepulcro o elegía musical. . Algunos de los poemas de esta parte están escritos escuchando esta música como “La Reveuse” de Marin Marais en la viola de gamba de Fahmi Alqhai en un recuerdo querido, escribiendo: “Bajo las altas hierbas descansas para siempre,/ surcas aguas profundas de rama y mineral./ ¿Qué ocasos habrá allí donde resides?/ Y el alba, ¿ a qué sabrá?/…”:  o el adagio de la suite en fa menor para viola del “Manuscrito Drexel”, de Carl Friedrich Abel, en la viola de Paolo Pandolfo, al escribir el Tombeau por Claudio Sánchez Muros: “…ahora que/ la carcoma recorre los rincones / ocultos de la carne/ y sigue habiendo arena en el reloj/ y olor en los rosales;/…”.En esta tercera parte incluye   hasta un Tombeau para los perros de Peggy Guggenheim en Venecia y termina con un autotombeau en Spon River, en el que no exento de esperanza dice: “ Viví, bebí./ Como las cosechas de la uva/ son las generaciones de los hombres/ que tan pronto reverdecen/ como darán el jugo a la próxima cosecha.”

 

 Pese a lo recurrente del tema de la muerte, de la memoria y la nostalgia, sale el poeta victorioso de esa lid al tratarlo de una manera original, imaginativa, no exenta de culturalismos que resuelve con una escritura ágil, en una rica variedad compositiva que va desde la prosa poética  al verso libre pasando por romances, perfectos endecasílabos y alejandrinos, coplas, etc…que en su rica dispersión constituye un estímulo para la lectura, fácil, amena, con una facultad  de trasladar la emoción al lector que a nuestro juicio hace que sea un poemario que cumple cuánto un lector de poesía requiere.

 

Un libro que como la mejor uva, es fruto maduro, sabiendo combinar los mejores sabores de la tierra  en orgía frutal al par que deja un retrogusto que permanece en su delicada intensidad durante mucho tiempo tras su amena lectura. Una excelente cosecha…

©F.Basallote

Papel Literario, 29/04/2011

sábado, 20 de abril de 2013

NOTICIAS DEL BLOG



NOTICIAS DEL BLOG

Hoy el blog es noticia .

Durante el día de hoy, 20/04/2013, hemos  alcanzado el número de 3000 visitantes, lo que supone para nosotros una gran alegría al mismo tiempo que un estímulo para mejorar nuestra propuesta de acercamiento a la poesía  y su difusión .


PROCEDENCIA DE NUESTROS VISITANTES

Es importante destacar la procedencia de los visitantes de nuestras páginas ::,

Paises de origen de los visitantes

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Rusia……………………  106
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Reino Unido…………  …....38

ENTRADAS CON MAS VISITAS


Las páginas más visitadas han sido las siguientes:

RESEÑAS I- POETAS ANDALUCES. Raquel Rico, “Resplandor·”
publicada el 23/2/2013  con 166 visitas.

RESEÑAS I- POETAS ANDALUCES. Rosario Troncoso, “El eje imaginario”,
publicada el 25/2/2013 , con 76 visitas.

RESEÑAS II – POETAS HISPANOAMERICANOS. J.Emilio Pacheco,”Contraelegía”,
publicada el 7/03/2013, con 51 visitas
LA PREMONICIÓN DE  JAVIER EGEA. Artículo de F.Basallote,
publicado el 1/01/ 2013, con 49 visitas


CARPETAS DE HAIKU, F.Basallote.
publicada el 1/01/2013, con 43 visitas

 RESEÑAS II – POETAS HISPANOAMERICANOS. Miguel Angel Zapata “Fragmentos de una manzana”,
publicada el 15/03/2013, con 43 visitas




viernes, 19 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Coriolano González, "La luz"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES


LA LUZ de CORIOLANO GONZÁLEZ










LO UNICAMENTE NUMINOSO
Acerca  de LA LUZ de CORIOLANO GONZÁLEZ
Ediciones La Idea. Sta. Cruz de Tenerife, 2010


Perteneciente a la generación de los noventa, Coriolano González (Santa Cruz de Tenerife, 1965). es un referente de la nueva poesía canaria , poeta  en un mundo hecho de perplejidades en el que –sobre todo en sus dos últimos libros : Otra orilla y Retorno-la memoria trama la urdimbre de interrogaciones existenciales sobre el hombre y la tierra que habita, plena  de hondos matices sensoriales , en los que la luz y el paisaje aparecen transidos de plasticidad, incorporando al poema la presencia activa  de la naturaleza, como espacio intensamente vivido.  

Esa presencia de la naturaleza  se patentiza  en la escritura de ese pequeño poema japonés , el haiku, en cuyas  diecisiete sílabas esta composición mínima consigue abrir una ventana al universo de una forma que  Vicente Haya define como "Una instantánea de la realidad" , y Rguez.-Izquierdo como una “imagen hondamente sentida en un momento de iluminación" y del que Coriolano González es un perfecto conocedor, mejor dicho maestro o haijin , como demuestra su inclusión en los más prestigiosas Antologías del haiku en España como son : Poetas de corazón japonés (Antología de autores de “El rincón del haiku) (Editorial Celya. Salamanca, 2005) y  Perros sin dueño, Antología de haiku. Facultad de Derecho, Univ. de Castilla- La Mancha.  Albacete, 2008.

Para Bashoo, considerado el padre del género, “ Haiku es lo que está sucediendo en este lugar en este momento…” , de acuerdo con la doctrina Zen que  predica la iluminación súbita o satori  , afirmando que el estado satori es aquí y ahora mismo, un instante que es todos los instantes, momento de revelación en que el universo se manifiesta.  Y en ese estado de plena iluminación, Coriolano González nos entrega  La luz, nombre acertado para la  plenitud escrita en más de cien haikus y en catorce tankas, con los que se acerca a la inmediatez de la tierra , de su tierra, haciendo real la frase del maestro. A lo largo de sus haikus se detiene  en la naturaleza que le cerca y le dicta su mensaje cósmico, en el paso de los días, en la proximidad de la casa, en el cielo, en lo únicamente numinoso.

Dividido en tres partes: El acantilado y la platanera, En este lugar de desgarro y Albor, cada una de ellas a su vez se subdivide en temáticas parciales, que no dejan de estar interrelacionadas con el medio en donde se desarrollan. En El acantilado y la platanera, aquel se hace presente de una manera colorista:

acantilado:
un ave solitaria
en roja luz

la luna llena
sobre el acantilado:
palmera en sombra

y profundamente sensorial:

la brisa fresca
y aquel olor a plátanos:
anochecer

En este lugar de desgarro se detiene en la isla, en los elementos de su paisaje:

Un esqueleto
sobre la piedra árida:
el tajinaste


Incluye en esta parte una sección de tankas o waka, el poema de cinco versos  dividido en dos estrofas de 5-7-5 y 7-7 sílabas, cuya primera parte llamada hokku, daría lugar al haiku.  En este formato en el que, al contrario que en el haiku, está presente el yo del poeta y se pueden patentizar los sentimientos, escribe el poeta unos hermosos poemas de amor:

oh la pasión
el lugar del desgarro
cuantas mareas
inundaron mis playas
cuando los días blancos


tus labios saben
a ubres ordeñadas,
a vino añejo:
nuestros pies agrietados
por senderos de jable

Preciosos poemas en los que cumpliendo al máximo las reglas de composición  e imponiéndose un cierto rigor y austeridad en la máxima de la síntesis y de la sugerencia propias de la poesía japonesa, brilla con esplendor la belleza de su luz.

En la tercera parte Albor, recorre las playas, penetra en la casa e incluye algunos haikus de los llamados urbanos,

un aguaviva
inerte ya en la arena:
llanto de niña




el dormitorio:
sombra furtiva
bajo las sábanas

en el cristal
el  rostro reflejado:
no viajo solo


Con una consolidada  y consistente factura, plenamente acorde con los principios fundamentales de esta forma japonesa de hacer poesía, es decir viviendo el instante en que la naturaleza manifiesta su lado más sagrado y captando la belleza  en ese frágil contenido de sus diecisiete sílabas, es La Luz, un hermoso poemario de haiku que como los más ortodoxos nos acerca delicadamente al misterio de su iluminación.

©F.Basallote
Publicado en Papel Literario, 5/4/2011

jueves, 18 de abril de 2013

RESEÑAS III - POETAS ESPAÑOLES. Guadalupe Grandes, "Hotel para erizos"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ESPAÑOLES

HOTEL PARA ERIZOS de GUADALUPE GRANDE








UNA DERROTA NECESARIA
Sobre HOTEL PARA ERIZOS de GUADALUPE GRANDE
Calambur. Madrid, 2010.


Guadalupe Grande (Madrid, 1965) es licenciada en Antropología Social. Ha publicado los libros de poesía El libro de Lilit (Premio Rafael Alberti 1995), La llave de niebla (2003) y Mapas de cera (2006).   Sus poemas figuran en diversas antologías; entre ellas, Hilanderas (2006), 33 de Radio 3 (2004), Mujeres de carne y verso (2001), Milenio (1999), Norte y Sur de la poesía Iberoamericana (1998), Poesía Ultimísima (1997), Ellas tienen la palabra (1997) y De varia España (1997).   Junto a Félix Grande y a Antonio Hernández editó las Obras completas de Luis Rosales. En 2008, obtuvo la Beca Valle-Inclán para la creación literaria en la Academia de España en Roma.
Reivindica la poesía como un imprescindible cataclismo personal: “Pienso que escribir poesía sea quizá una derrota necesaria. Pienso en la palabra derrota y me abrazo a ella como el náufrago se abraza a la última ola. … Pienso en las palabras, su rescoldo, su ceniza, su sonido, su música de sentido. Pienso en la poesía como en las palabras de un náufrago...  

En este  Hotel para erizos   aloja  Guadalupe Grande poemas que trascienden de su rico cosmos de palabras  e imágenes a una esfera que está mas allá del propio subsconciente, como un espejo donde se maclan tiempos y espacios invitando en la soledad de sus habitáculos a una reflexión  sobre el hombre y sobre su trayectoria personal en un mundo en el que sus pasos no son siempre hitos de la historia sino algo más importante, la historia misma ejecutada día a día por las pequeñas ilusiones que superpuestas concretan el frágil entramado de la efímera presencia de la emoción del hombre.


Inubicado  en el espacio, este hotel está en cualquier parte, sólo hay que atravesar el espejo para localizarlo. Así “la mañana del 15 de abril de 1490, Jeroen van Aken salió de su casa. América aún no existía…no se preocupaba del futuro, la eternidad era su insensato lazarillo, y más valía un embudo hacia el paraíso circular del pecado…, Jeroen van Aken conocía el silabario del desorden, el ábaco del esperpento...”. Él resolvería  para sí el misterio de la piedra de la locura y trasladaría al lienzo el enigma para el tiempo posterior…  Al final las distancias no existen y en un mismo plano habita la diosa Kali con sus cuatro brazos: “…al borde del arrozal, al borde de la simiente sonora y estéril que comunica Kampur con  Delhi, Londres con Vadora y el carmín con la sangre invisible.”. De todos modos averiguar las coordenadas de espacio y  tiempo del Hotel para erizos no es más que intentar averiguar una verdad sobre el lugar y el tiempo del ser humano, núcleo de todo: “ Cualquier sitio, cualquier punto cardinal termina en el centro.”


A fin de cuentas, el Hotel para erizos se encuentra en la evidencia de que no existe tratado de la medida posible para el ser humano:” Lo que cabe en una mano/ aún antes, antes que la sal mida el tiempo/ la cabeza de las mujeres rasuradas en la resistencia/…/ Lo que cabe en una mano/ cuando un cuerpo es del tamaño de su sombra/…”. Es tal la intensidad de la indiferencia que “Poco importa ya que Liverpool no exista del otro lado del Mersey. / Al fin, todo lo que no existe es un mapa de la otra orilla.”  Y de nada valen los diccionarios  bisiestos,  ni  los sonajeros oráculos de Casandra,  “el amuleto ancestral, ahí el atrapadudas, el juntapenumbras, la siempreviva carcasa que resguarda las simientes vacías.”.  Y en el fondo el ser humano siente que “El universo es un misterioso laberinto de compensaciones: un trozo de pan de ayer, un dedal de aceite…”.


Y queda el poema: “Un anfiteatro vacío, ¿no es un poema? .Y como narrar el pequeño rostro de ese espacio sin llenarlo, qué desmesura, qué exigencia, qué eclipse…”, ese espacio del tiempo maleable donde habitan las palabras, donde emergen en su dolor inicial, en su luz primitiva, en la acepción más clara de la emoción, donde escribir  “De atrás adelante y vuelta a empezar…”, y donde “Flotan las blancas cerezas, carne votiva sin madurar o migas de pan para la memoria.”  y “llega el erizo con una lágrima en cada espina…”. Y todo ello vivido, sentido, trasladado “Al otro lado de la vida, al otro lado de la infancia, al otro lado del jardín…”. En el envés de ese espejo donde de verdad existen las palabras.


Hotel para erizos, es el hotel de la existencia donde infancia, historia, mundo, espacio, tiempo, cohabitan en los versos que desconexionan el dolor y la precariedad de la vida en algo  tan coherente como la celebración en la palabra, no exenta de cierta enigmática  pose, de un peculiar misticismo   que no es sino la profundización en los designios ocultos de la existencia.


©F.Basallote
Publicado en Papel Literario, 28/03/2011