miércoles, 20 de febrero de 2013

RESEÑAS I - POETAS ANDALUCES. Josedemaría Romero, "Resurrecciones"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES

RESURRECCIONES de JOSE DE MARÍA ROMERO














A propósito de RESURRECCIONES de JOSE DE MARÍA ROMERO
Ed. Biblioteca de Aguilar. Aguilar de la Frontera, 2011.



José de María Romero (Aguilar de la Frontera, 1972) es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla, ciudad donde reside y ejerce la docencia .  Resurrecciones es su primer libro de poesía. Es autor, además, de una novela corta, Hilados Coreografiados, y una colección de cuentos Otros, los más y  otros, aún inéditos.  En 2010 fue finalista del Premio Revista Eñe de Literatura Móvil.

Los que hemos tenido la suerte de abrir al espejo de estas páginas más de una  opera prima, no dejamos de sentir en nuestras manos el pálpito de paloma que estrena su primer vuelo o el estallido del corazón cuando hemos palpado la tinta fresca de nuestro primer libro de poesía. Y eso es lo que nos produce estas Resurrecciones , emociones encontradas al filo de sus versos, que no forman parte de   una opera prima cualquiera pues aparece con una masa poética tan definida , tan bien equilibrada de emociones y sensaciones, con la dosis adecuada de conceptos y recursos y  en un acertado uso del lenguaje, rico en metáforas, y con un ritmo profundo de una música bien ensayada al pie  mismo del escenario de la vida que le da a este poemario una madurez bien trabajada, conseguida en el duro batallar con las palabras y sobre todo con ese destello personal e intransferible  que encierra el corazón de un auténtico poeta.  Opera prima , si, ma non troppo .

Para José de María Romero   “…la belleza es un hecho irrepetible. O mejor, es algo bello porque es irrepetible. Y es esa cualidad única la que perpetúa en la memoria, en una imagen inmutable, a la que mis palabras acuden en busca de consuelo”,  y ese suceso único, o mejor dicho la sucesión de sucesos similares, cada uno de ellos dotado de su unicidad inmutable pero finita, es lo que constituye la esencia de este libro, de ahí la denominación en plural, de ese infinitesimal de instantes que en su belleza llevan la simiente de su fin y de un nuevo y constante principio. En realidad no hace sino reconstruir la historia de la belleza instantánea de una forma ontológica en la que cada uno de ellos es la resurrección del anterior.  Ello exige que el poeta recurra a una especie de agenda narrativa, en la que hace de los sucesos una relación cotidiana, estableciendo dentro de su aproximación al detalle, propio del minimalismo, una clara poesía de lo cotidiano, en el sentido en que el argentino  Pablo Anadón define la poesía de la cotidianidad como “el intento de extraer un poco de materia luminosa incluso de la más compacta opacidad.”. Y eso es lo que hace José de María Romero en Resurrecciones: extraer de los sucesos la luz de sus instantes, su belleza irrepetible.

Dividido el libro en dos partes: Dos y Uno, por este orden, que en cierta manera indican esa tendencia del poeta a lo consecutivo, factor esencial en la memoria de lo cotidiano, en la narración sucesiva.  Así nos hablará que “Leía a Ferrater en trenes que encuentran / a otros trenes a su paso,…”    y poco después recordará un invierno  y un suceso trivial aparentemente: “…Tu madre me había dado/ un par de guantes, algo de café/ para ti….”, pero que instalado en el poema adquiere una categoría emocional, sobre todo cuando se construye con la materia del recuerdo. Como así ocurre en ese rasgo propio de lo cotidiano de la toma de decisiones en busca de la felicidad: “Que también tengo derecho, pensé,/ a ser feliz, así que compré aquel/ billete y fui adonde tú estabas…”. En esta sucesión  está a veces con una intensidad inmensa la emoción recordada, la memoria de aquello que pudo ser: “…Hubieras descendido aún más/ para acercarte a lo que fuiste,/ a esos ojos que aún no te conocían,/ y quedarte en silencio, cubierto de palabras.” ,  “ De esta traducción del recuerdo,/ este océano, el silencio/ que convoco para estar aún más cerca/ de este deseo./ De esta traición.”   , o la de lo que fue, invocado en lo lacerante: “…De ahí/ que tu mirada y tus abrazos/ vuelvan hoy junto a estas palabras, pendientes de un dolor…”.  Para llegar a decir en algún momento: “…Y en cuanto a la felicidad,/ la dejaremos inconclusa, fuera/ del paréntesis./ La muy puta.”.  Y este pequeño poema, hondo como una herida sin cerrar: “ La tristeza de hoy./ Aún mejor. Su recuerdo.”

Hay instantes en los que la belleza detenida al modo de un haiku ilumina el poemario: “ Azucena y cristal/ alivian el aire./ Silencio sobre terciopelo.”  o  “ De la luz, por último,que/ inicia su vuelo desde los plátanos, …”, Instantes, a veces, incrustados en un largo poema descriptivo : “ A veces hago a pie/ el camino que va del puente/ del Alamillo a casa. Todavía/ se puede hacer. Aún no hace frío./ Las tardes son largas …/…/…La otra tarde, por ejemplo, el/ cielo era de color rojo y el río/ parecía derramarse / en todas direcciones…”  . Tiempo detenido en imágenes precisas, sugerentes, cargadas de plasticidad:  “El grafito del lápiz/ sobre el blanco rectángulo,/ un cuervo se posa/ sobre un coche cubierto por la nieve.”  .

Hay en el libro una cierta reminiscencia culturalista no, desde luego, de pose, sino necesaria en la corriente narrativa en la que nos sumerge el poeta. Así las ciudades, sus monumentos, aparecen en algún poema con una presencia voluntariamente elegida como testimonio de algo más trascendente: “ Habías nombrado las escenas/ en los medallones del Arco de Constantino,/ el paisaje infinito de arcadas, en las Termas/….”, “…La sensación de anonimia absoluta/ al abandonar el hotel/ Terminus y subir Stationsgata/ hasta llegar al parque Santa Klara/…”,  “…Habíamos visitado la isla/ junto a la ciudad sólo para ver/ el mar…/…/ Parece que hubiera campanarios en el agua….” . Asimismo una constante referencia a la lectura, con un interés determinado de fijar las coordenadas estéticas del poemario:  “ Leía a Ferrater…”, “…Anoche,/ frente a un párrafo de Virginia Woolf.”,  “Ayer me compré, por ejemplo, una traducción / de “El Mundo como Voluntad y Representación”/ de Shopenhauer…”, “ Una novela gráfica/ de Hugo Pratt que me ha gustado, y/ me ha recordado los días de Venecia:/ Fábula de Venecia…”.

Un sentimiento prevalece en el poemario, una especie de desolación tras la búsqueda cotidiana, hallazgo  veces tan próximo que le hace exclamar: “…Felicidad / que siempre está a punto de suceder,/ puta que siempre pertenece  a otros/ a cambio de unos versos.”.  Y averiguamos que  busca en el  laberinto por el que siempre se han perdido todos los poetas, el de la inabarcable Poesía, la dama veleidosa que no obstante en estas Resurrecciones nos permite descubrir a un poeta, nada más y nada menos que un Poeta.


©F.Basallote
Publicado en Papel-Literario, 20/09/2011

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