martes, 26 de febrero de 2013

RESEÑAS I - POETAS ANDALUCES. Jorge de Arco, "La casa que habitaste"



RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES
LA CASA QUE HABITASTE de JORGE DE ARCO











QUEDA SU MÚSICA
Sobre LA CASA QUE HABITASTE de JORGE DE ARCO
PREMIO INTERNACIONAL SAN JUAN DE LA CRUZ, 2009
ED. RIALP. MADRID, 2009. 



Jorge de Arco (Madrid, 1969) es Licenciado en Filología Alemana y  Profesor universitario. Ha publicado, Las imágenes invertidas, Lenguaje de la culpa (Premio Ciudad de Alcalá),  De fiebres y desiertos, (Premio Comunidad de Madrid de Arte Joven),  La constancia del agua,  La casa que habitaste, (Premio Internacional de Poesía “San Juan de la Cruz”, 2009).En 2010 publicó su primer libro de poesía infantil y juvenil, Con el balón en juego (Hiperión. Col. Ajonjolí. Madrid, 2010). Está incluido en diferentes antologías como La voz y la escritura, Un siglo de sonetos y Los 33 de radio 3, Los jueves poéticos, etc. Ha traducido poesía alemana, inglesa e italiana. Ejerce la crítica literaria en muy diversos medios. Es Director de la Revista Poética Piedra del Molino. Es Hijo Adoptivo de Fontiveros, tierra natal de San Juan de la Cruz. Define su poética  diciendo que “… la poesía me ha acompañado con rigurosa fidelidad. Más fiable, si cabe, que un amigo o una amante, ha ido perfilando mi condición humana con la plena confianza de que su poder sugeridor, su reveladora esencia, puede convertir en virtud cualquier amarga experiencia, cualquier ingrata realidad.  
La casa que habitaste,  premio Internacional de Poesía «San Juan de la Cruz» 2009,es según  Gonzalo Santorja, miembro de su jurado:”… un libro sanjuanista y contiene muchísima emoción y verdad y también un ritmo muy cauto que a veces se disimula pero que al final de los poemas golpea como un aldabón.”, aunque no sólo de San Juan se notan influencias, hay algunas claramente manifiestas. En realidad, emoción y  ritmo, constituyen el soporte poético del poemario,  provocados la primera por la intensidad existencial  que sabiamente  imprime  a un verso fluido, de léxico riquísimo, con voces recuperadas que a algunos  nos sugieren tiempos y espacios olvidados, y el segundo estructurado físicamente en la indeformable malla del endecasílabo y el heptasílabo, consiguiendo un melodioso efecto musical.   


Aunque la insistente presencia de un intenso sentido existencial que invierte la memoria en la otra cara del espejo, no puede ocultar en su honda verdad claros vestigios de nostalgia, de una nostalgia espacio-temporal y de una nostalgia íntima, en la que se lee casa con las letras puras de su sentido exacto, en las que se lee espacio con la fuerte entereza de la raíz, en la que se lee tiempo con las manecillas de un reloj de eternidades, y en la que se lee amor con la pureza de la entrega  y se lee ausencia en las dolorosas saetas de soledad y silencio.


Su estructura dividida en cuatro partes, de tan profundo sentido existencial, confiere al poemario   una intensidad modulada del tiempo que la hacen asimilable a una especie de sinfonía poética, a veces con cierto patetismo que va más allá de la propia función de la memoria.  Estas cuatro partes son: Lo que fuera tuyo, Haber vivido tanto, La luz sedienta y Coda.   Y si tomamos el símil musical no cabe duda que Lo que fuera tuyo es un Adagio en el que la memoria en un lento proceso de retorno  se hace presente: “Regresas hoy a lo que fuera tuyo/…/ al río extenuado de esta casa./…/ Han pasado los años y las sombras/…/ Giras el pomo y arden/ los ojos y los labios/ al cruzar las heridas de una puerta silente/…” , y  esa es una presencia lacerante : “Ahogas una lágrima –o un grito-/ de ausencia en la garganta/…”  , en ella  “Resbala el alba/ por tu melancolía y amaneces/ con un puñado / de soledades rotas/…” y  vive lo perdido  regresando en el tiempo : “…y atrasa el corazón cuando memoras/ la  albórbola irredenta de los pájaros, / el olor de la harina molinera,…”, al fin y al cabo los instantes de la dicha  que  se fue y que en esta casa se hace dolorosa herida: “ Y nada duele tanto/ como la certitud de tantas soledades/ aún por recorrer,…”. La segunda parte Haber vivido tanto, es un tiempo Largo,  es una  especie de ajuste de cuentas con el recuerdo: “ …Pues lo vivido –aire de otro tiempo-,/ reposa quedamente en las uñas garfiadas del ayer,/ muriendo a cada instante que alargamos –esclavos- la memoria./…”, que se hace , a veces,  de intenso patetismo: : “…Cuando la dicha última se aferra al corazón/ y canta;/ y leve/ derrama sus adioses, su temblor de luna blanca y rota…” . Y  pese  al “… gozo bendecido de la carne,/ la amargura indecible, el odio cincelado en las orillas/ el pájaro del alba ”,  se suceden “…heridas enlutadas con saliva sombría y lacerante,/efímeras batallas/ en los confines de la ausencia…” . Y en ese largo ajuste con la memoria reincide el tiempo primero  con su luz aún encendida: “ Mi infancia tuvo almenas/ desde donde poder ver paraísos/…”, para lamentarse profundamente: “ …Nos/ han/ robado/ el añil mas remoto de los ojos…”  y llegar a decir como quien conserva el último tesoro: “ Guardamos poco más que la limosna/ de los recuerdos, ínfimas esquirlas /…”.  En el tercer tiempo, que es el tiempo del amor, el tiempo en que habitó en esa casa escindida de la memoria, es un Tempo Vivace, un Scherzo de intensidades en el que la música de los cuerpos los hace vibrar : “Crepitan esta noche entre mis manos/ la luz sedienta,/ el verbo amante, la desnuda madeja de tu cuerpo…”  ; pero la memoria devuelve dolorosamente las palabras que “…golpean / los resquicios del alma,/…/ “Mi corazón ya late en otra casa”/” , el amante dirá :”…Antes que llegue el alba te habrás ido/ y el llanto impenitente/ entre los labios y el alcohol amargo/ será huésped…” . Queda sólo el lacerante recuerdo, su viva llaga:  “Fue tu boca de abriles,/ el milagro solar de tu cintura…”, en versos que nos traen reminiscencias del Julio Mariscal de Poemas de Ausencia, como  “ Anclado en el amargo/ verbo de este Noviembre y su acedura,/ mientras la luz morada del otoño/ se hace cristal, aliento, madrugada,…” y que el verso de José Hierro acentúa : “Tu boca resucito en esta hora en que/ el aguardiente tiene sabor a nunca más.”. El tiempo final, Coda, es un Tempo Grave, en el que la música se desliza quedamente entre los resquicios de una casa en la que “ Dentro, el humo / del tiempo que ya fue, se va posando/…” una casa que es solo : “...un muro/ de cal y niebla,/…/ por donde, al aire de su larga cola,/ pasea, diosa insomne,/ la lagartija de la soledad”   


Acertado poemario en el que introduce en la denominada Poética de la Memoria una interesante variación ontológica, la memoria no es un instrumento del alma para revivir emociones y vivencias, en este poemario Jorge de Arco convierte la memoria en  esencia vital, “ una casa/ por habitar…/…/el eco lastimado/ de unas pisadas ...”.

©F. Basallote   
Publicado en Papel-Literario ,5/10/2011



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