jueves, 24 de enero de 2013

RESEÑAS I - POETAS ANDALUCES. Aurora Luque, "La siesta de Epicuro"




RESEÑAS DE OBRAS DE POETAS ANDALUCES

"LA SIESTA DE EPICURO" DE AURORA LUQUE












EPICURO EN ÍTACA
 26/09/2008
SOBRE "LA SIESTA DE EPICURO" DE AURORA LUQUE.
X PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA GENERACIÓN DEL 27
EDITORIAL VISOR.2008


“En esta cesta hay uvas esenciales,/cerezas infantiles/ húmedas fresas que prometen bosques,/...” escribe Aurora Luque en el primer poema , Fruta del día, de la primera parte del libro de igual título que éste. Y este frutal contenido se derrama plácidamente en un lento derroche sensorial, demorado en el degustar  de la crátera de los días florales y en el tacto de la luz sobre los cuerpos alargados en la noche del gin y de la música que se acaba en la embriaguez absoluta de las horas. No en vano dice la poeta que “Yo soy yo más Euterpe y Dioniso” en el poema Cócteles de la segunda parte denominada La Biblioteca de Pison.

Otras dos partes incluye el libro: El jardín de Filodemo y La tumba de Lucrecio. En ellas el verso signado por la rica poética de Aurora Luque presenta matices temporales, facetas de etapas distintas en las que el mito permanece en un segundo plano, eso sí presente, dando primacía al goce del instante más hondo del ser.

La poesía de Aurora Luque, luminosa y sensorial, es a la vez profundamente proclive a la síntesis, tendencia que se materializa en los Haiku de Jardín de Filodemo, entre los que hay algunos dignos de la pluma de los maestros Bashöo y Buson: “ Llueve de noche./ Y las sábanas huelen/ a cuerpo usado” o “El mar al sol./ Para umbral de la puerta, /el horizonte”.

Hay en el libro una sutil pincelada que a veces se oculta tras el deslumbramiento gozoso: “ A vivir y a gozar, que son dos días/ y uno sale nublado, mi Catulo” o “los muslos relucen embriagados:/ oro limoso, enigmas, / pirámides de luz…” por detrás de los vehementes deseos: “Dulce Ipsitilo mío, te lo ruego, /mi molicie, mi osezno, invítame/ a visitarte a la hora de la siesta.” que provocan “…las serpientes de ámbar,/ las medusas de fósforo, las furias…”, “...sus aullidos carnales…” y el momento de su pérdida : “El pájaro se ha muerto de mi amado./ Y lo quería más que a sus entrañas./ Era tan cariñoso que saltaba/ de dicha cada noche en su regazo.”

Todo ello en “un tiempo sin bridas”, como dirá en Himno a la lentitud en Homenaje a Reneé Vivien. Pero en esta dulce voluptuosidad de Epicuro, como dijimos anteriormente, late intemporal la llamada de Ítaca, las sirenas de la memoria que cantan desde los tiempos de la infancia: “ Mi infancia son recuerdos/ de un vaso de Nocilla...” - como dirá irónicamente parodiando al poeta – o los tiempos del mar: “la copa que querré libar sobre la arena,/ me las dará ese mar…”, pues desde él “es más fácil/ dibujar para sí la proa de un retorno…”y al final : “…Un temblor de pureza/ negra como un misterio/ sobrante de la infancia…”, “ Y enloquecen los verbos al saltar/ del presente al pasado,/ de la luz en escamas/ a la pátina gris,/ del humo negro…!

Siempre el retorno constante, siempre Ítaca.



© F.Basallote
Publcado en Papel-Literario 26/09/2008

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